Uno de cada cinco jóvenes hispanos padece obesidad. Y el coronavirus empeorará la desigualdad frente a esa epidemia

El cierre de colegios debido a la pandemia dejó a millones de niños sin una fuente regular de comidas saludables o actividad física, alerta un informe difundido el miércoles sobre la epidemia de obesidad entre los niños de entre 10 y 17 años. La obesidad afecta con mayor virulencia a los hispanos (un 20.7% frente al 15.5% de la población general). Incluimos algunas recomendaciones para mejorar la alimentación de jóvenes y niños.

Natalia Martín Cantero
Por:
Natalia Martín Cantero.
El informe del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de Estados Unidos también revela que el 40% de los adultos y el 19% de los jóvenes en el país son obesos; la cifra de mayores sería la más alta registrada. El médico Juan Tapia explica que están en riesgo las personas con 20 libras por encima del peso ideal.
Video La obesidad afecta al 47% de adultos y al 25% de jóvenes hispanos en EEUU

La pandemia se cruza este año con la crisis de la obesidad. Estamos ante una realimentación negativa en múltiples aspectos, alerta el informe de la Fundación Robert Wood Johnson, titulado Estado de la Obesidad Infantil: Priorizando la salud de los niños durante la pandemia. El informe examina los datos nacionales y estatales más recientes sobre las tasas de obesidad infantil y ofrece recomendaciones políticas para priorizar la salud de los niños mientras el país se recupera.

La preocupación sobre este problema es todavía mayor porque la obesidad se relaciona con un mayor riesgo de síntomas graves de coronavirus, incluso entre los niños. Además, estudios anteriores con otras vacunas predicen que la vacuna contra el covid-19, cuando esté disponible, puede ser menos efectiva entre aquellos pacientes con condiciones médicas preexistentes, incluyendo la obesidad.

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La pandemia también empeora, por otra parte, las condiciones que ponen a los niños en riesgo de obesidad. El cierre de escuelas ha dejado a millones de niños sin una fuente regular de comidas saludables o actividad física. Millones de cuidadores han perdido sus ingresos o trabajos y no tienen cómo comprar comida saludable para su familia.


“La obesidad infantil sigue siendo una epidemia en este país”, dijo Jamie Bussel, de la Fundación Robert Wood Johnson. “ La pandemia y la recesión económica han empeorado muchos de los factores que sabemos que contribuyen a la obesidad, incluyendo la pobreza y las disparidades de salud", apunta Bussel.

Disparidad racial, étnica y económica

Este sondeo sitúa la tasa general de obesidad para los jóvenes de entre 10 y 17 años en un 15.5%. Pero estas cifras distan mucho de ser homogéneas para todo el mundo: los datos del informe refuerzan la persistencia de disparidades geográficas, raciales, étnicas, y socioeconómicas. Los jóvenes negros e hispanos tienen tasas de obesidad del 22.9% y 20.7%, respectivamente, bastante más altas que los jóvenes blancos, del 11.7%, y los asiáticos, del 5.9%.

Además, los jóvenes que viven en hogares con ingresos inferiores al nivel de pobreza federal tienen más del doble de probabilidad de tener obesidad que los que se encuentran en la cima de la escala de ingresos.

“Hemos visto estas disparidades en las tasas de obesidad infantil durante décadas”, dice Bussel. "Este año, también hemos visto a personas hispanas y negras y de bajos ingresos verse más afectadas por la pandemia del covid-19. En ambos casos, estos resultados reflejan décadas de desinversión en comunidades y grupos de personas, impulsados por el racismo y la discriminación sistémica que aún prevalece en nuestra sociedad”.

¿A qué se debe esta desigualdad? Xavier Morales, director de Praxis Project, una organización nacional que ayuda a comunidades más desfavorecidas a implementar iniciativas de salud, señalaba a Univision Noticias hace un año, cuando se difundió la versión anterior del estudio, que en las zonas donde trabaja su organización hay menos tiendas de alimentos con productos perecederos y, en cambio, un gran número de restaurantes de comida rápida. “En muchas zonas no es seguro beber agua del grifo; es más barato comprar refrescos que agua”, señala.

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Además, no hay parques ni espacios verdes o, si los hay, no son seguros. “Es difícil hacer ejercicio. En estas comunidades, las opciones saludables no son normalmente las fáciles, sino las más complicadas. Este es el principal motor de la obesidad”. Si a estos factores sumamos las diferencias en el sistema de acceso a la salud y en las infraestructuras, y tenemos el cóctel perfecto para la obesidad galopante que azota al país. Y ahora se suma la pandemia para hacer las cosas más difíciles.

Otros datos que arroja este estudio:


  • Kentucky tiene la tasa de obesidad general más alta, con un 23.8%, y Utah la más baja, con un 9.6%.
  • Los cinco estados con mayor tasa de obesidad son, además de Kentucky, Mississippi (22.3%), Carolina del Sur (22.1%), Tennessee (20.4%) y Arkansas (20.2%).
  • En cuanto a las disparidades por nivel de ingresos: El 21,5% de los jóvenes que viven en hogares con ingresos inferiores al nivel de pobreza padecen obesidad, más del doble del 8,8% de los jóvenes que viven en hogares con ingresos de al menos un 400 % por encima del nivel de pobreza federal.

Estas son algunas recomendaciones para mejorar la alimentación de jóvenes y niños:


Los datos que utiliza la fundación para elaborar su estudio proceden de la Encuesta Nacional de Salud Infantil (NSCH, por sus siglas en ingles) de 2018 y 2019, junto con el análisis realizado por la Oficina de Salud Materna-Infantil de la Administración de Recursos y Servicios de Salud.

A veces nos esmeramos con una dieta drástica y llena de sacrificios cuando lo que realmente necesitamos es 
<b>prestar más atención y prescindir de calorías (y comportamientos) superfluos que no aportan nada más que michelines</b>. Te ofrecemos algunas recomendaciones para comer lo correcto sin pasar hambre.
<b>Bebe agua antes de comer.</b> Es un truco para engañar al estómago que funciona: se estima que dos vasos de agua antes de comer harán que consumas entre 70 y 90 calorías menos. En lo que se refiere al agua –no así los refrescos– todo es salud, así que no dudes en beber al principio, durante o al final de la comida. Además, el cuerpo confunde a veces el hambre con la sed.
<b>La verdura o la sopa, primero. </b>La verdura tiene mucha fibra y pocas calorías, mientras que la sopa suele tener muchos nutrientes y pocas calorías. Ambos alimentos te ayudarán a controlar la saciedad y evitarán que abuses del segundo plato.
<b>Aléjate de la cestita del pan. </b>En muchos restaurantes colocan una cesta de pan sobre la mesa antes de que llegue la comida, a menudo acompañada de mantequilla. Si tienes hambre, empiezas a pellizcar migas de pan hasta que terminas el panecillo. Son 100 o más calorías que te podrías haber ahorrado.
<b>La fruta siempre entera o cortada en piezas, pero nunca en jugos. </b>El jugo de fruta es puro azúcar que sin la fibra de la pulpa pasará directamente al torrente sanguíneo activando los mecanismos que conducen a la obesidad. El gran malentendido es creer que los jugos equivalen a la fruta.
<b>Ni siquiera está claro que los jugos de frutas naturales sean una opción óptima </b>para consumirlos a diario. 
<a href="http://www.who.int/dietphysicalactivity/fruit/es/" target="_blank">La OMS recomienda </a>la fruta como un elemento fundamental de nuestra dieta, pero la recomendación se refiere a las piezas enteras y alternadas con las comidas principales. Por el contrario, su sustitución por jugos –incluso los naturales– es 
<a href="http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16522898" target="_blank">poco recomendable</a> porque aportan una enorme cantidad de azúcares.
<b>Proteínas primero, carbohidratos después.</b> Si tu plato consiste en carne y papas, recuerda que las proteínas son las que están alimentando a tu cuerpo; es mejor que sacies el hambre con ellas, y dejes las papas para después (y recuerda que no tienes por qué acabarlas todas).
<b>Di no a las calorías vacías de la bebida. </b>Los refrescos son una bomba calórica que conviene evitar a toda costa. Te recomendamos agua con lima o limón, o agua con gas si te apetece algo más exótico. Los refrescos 
<a href="http://www.todobien.club/la-pizza-tambien-lleva-azucar-los-terrones-ocultos-en-1795810574">son una bomba de relojería</a> en cuanto a calorías vacías, sin valor nutricional. Incluso la tónica, con su característico sabor amargo, tiene casi las mismas calorías que las colas (unas 124 por una lata de de 12 onzas).
Por cierto que los refrescos 
<a href="http://www.todobien.club/engordan-los-refrescos-sin-azucar-la-respuesta-es-si-1795727884">light o zero <b>no son una alternativa saludable</b></a>: numerosos estudios relacionan su consumo con un incremento de la obesidad. En teoría, estas bebidas deberían ayudarnos a adelgazar si reemplazan a otras con alto contenido en calorías. Pero este no es el caso, entre otras cosas porque los edulcorantes artificiales no proporcionan la “recompensa” que busca el cuerpo; no de la misma manera que lo hacen los naturales.
<b>Opta por salsas con base de tomate en lugar de cremosas. </b>Las salsas cremosas (normalmente elaboradas con nata líquida) no solo contienen muchas más calorías sino que también suelen llevar menos verduras. Las sopas con base de tomate suelen ser más nutritivas y ligeras.
<b>Evita la piel. </b>La piel del pollo (y otras carnes) es la parte más grasa del alimento. Una pechuga de pollo al horno, por ejemplo, cuenta por unas 140 calorías. La 
<a href="http://nutritiondata.self.com/facts/poultry-products/699/2">misma pieza con piel</a> suma 193.
<b>Reduce el azúcar del café. </b>En especial si eres una de esas personas que toman tres y cuatro tazas al día, recuerda que todo suma, y que cucharita a cucharita puedes terminar con hasta 100 calorías de más sin ningún nutriente beneficioso.
<b>Come despacio y sin distraerte</b>. Comer con conciencia, masticando bien los alimentos y disfrutando de cada bocado es una manera de redescubrir una de las cosas más placenteras que hacemos como seres humanos. Además, 
<a href="http://click.e.fusion.net/?qs=b7f5ed9841fe3fde93c8bd0fb4420620c452abd8377e25bb06028f8a5b1fb1958c1b90f4328a5848dcecd8fbfc7810c26515d1eeac1a428e" target="_blank">comer lentamente y prestando la suficiente atención al plato</a> –lo que incluye apagar las pantallas– es una forma de evitar el sobrepeso. Si comemos demasiado rápido, no le damos oportunidad al cerebro de darse cuenta de que estamos llenos.
<b>Aprende a leer las etiquetas de los alimentos. </b>De esta forma será más fácil evitar las comidas ultracalóricas y nocivas, como las 
<a href="https://www.univision.com/noticias/nutricion/11-alimentos-con-grasas-trans-que-harias-bien-en-eliminar-de-tu-dieta-fotos">grasas trans</a>
<b>, </b>nefastas para la salud de las arterias. Observa también con atención las calorías por ración y el tamaño, de forma que tengas claro cuánta cantidad estás comiendo.
<b>Evita el extra de queso. </b>En muchos restaurantes ofrecen la opción de un extra de queso. Aunque está muy rico, este es un alimento muy calórico repleto de grasas (y en muchos casos sal) que puede añadir hasta 
<a href="http://nutritiondata.self.com/facts/dairy-and-egg-products/8/2">100 calorías a tu plato</a>.
<b>Duerme entre 7 y 9 horas</b>. Además de ponernos de mal humor, o precisamente por ello, tras la noche en blanco gravitamos los platos que menos nos convienen
<b>. “Los estudios del sueño prueban que tan solo dos o tres noches de mal sueño provocan cambios en las hormonas que promueven la obesidad, así como cambios en las hormonas que promueven la resistencia a la insulina”</b>, dice 
<a href="https://www.univision.com/noticias/nutricion/8-cosas-que-hacen-que-comamos-mas-y-que-no-solemos-tener-en-cuenta">Adrienne Youdim</a>, profesora de medicina en la Universidad de California en Los Ángeles.
<b>Unta verduras, no papas fritas. </b>Y, de ser posible, con una crema ligera. Este es un snack muy saludable y una forma (a veces la única) de comer zanahorias o apio crudos sin casi darse cuenta
<b>. </b>
<b>Come frutos secos. </b>Los alimentos muy calóricos deben limitarse si queremos controlar nuestro peso. Sin embargo, 
<b>los frutos secos son una excepción. </b>Ni los investigadores ni las entidades de referencia en nutrición tienen miedo a que la población gane peso por consumir más frutos secos. Al contrario: son numerosas las investigaciones que indican que su consumo se relaciona con 
<b>menores tasas de obesidad </b>(además de una reducción en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes). No hablamos aquí de almendras recubiertas de caramelo, claro, sino de nueces, almendras, o anacardos sin tostar y sin sal. Y con moderación.
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A veces nos esmeramos con una dieta drástica y llena de sacrificios cuando lo que realmente necesitamos es prestar más atención y prescindir de calorías (y comportamientos) superfluos que no aportan nada más que michelines. Te ofrecemos algunas recomendaciones para comer lo correcto sin pasar hambre.
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