Durante dos semanas, dos familias, de países geográficamente lejanos y culturalmente opuestos, convivieron en una casa de Seattle, incluidos cuatro niños que jugaron juntos, aunque no hablaban el mismo idioma.
Esta familia mexicana recibió en su casa a otra afgana que huyó a EEUU
Kenneth Martínez llegó en 2011 a EEUU proveniente de México contratado para trabajar con la empresa Microsoft. Al enterarse del drama de miles de afganos que huyeron de Afganistán tras la retirada de las tropas estadounidenses, decidió, junto a su esposa Addi, ofrecer una habitación en su domicilio para una familia de cuatro integrantes.

En agosto, la familia Martínez, originaria de México, puso a disposición de una familia afgana recién llegada a Estados Unidos como refugiados una habitación que tenían desocupada en la que se alojaron luego de que abandonaran Kabul tras la toma del país por parte del Talibán.

En entrevista con Univision Noticias Kenneth Martínez aseguró que no es la primera vez que ellos, él y su esposa Addi Martínez, abren las puertas de su hogar a personas llegadas de fuera.
"Hemos tenido alojadas a otras familias de Afganistán, Eritrea, Ucrania, un país de Europa que está en conflicto", comentó. Todo lo han hecho a través de la organización World Relief, quienes apoyan a refugiados, inmigrantes y desplazados.
La familia invitada, de cuatro miembros, padre, madre y dos niñas de 2 y 5 años, fue de las primeras en salir de Afganistán después de que el Talibán tomara el control del gobierno el pasado 16 de agosto. Sin desvelar su identidad, Martínez asegura que el padre trabajaba como contratista del gobierno de EEUU en Kabul.
Esta familia forma parte de los 65,000 afganos que EEUU evacuó del país. De ellos, según cifras proporcionadas por el Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional, 24,000 han llegado a EEUU, otros 23,000 todavía se encuentran en bases militares estadounidenses, el resto ha sido trasladado a otros países.
El plan del gobierno es que sean entre 75,000 y 95,000 los afganos que sean reubicados el próximo año en EEUU.
Proceso complicado
El caso de los Martínez es el de un grupo de estadounidenses que están abriendo sus hogares a refugiados con la intención de apoyarlos en su proceso de integración, que incluye aprender inglés, hallar un empleo y que los niños asistan a la escuela.
Adicional a su fe cristiana, para Kenneth Martínez y su esposa Idda Martínez brindar ayuda a la familia, que llegó solo con algunas posesiones dentro de bolsas de plástico, no fue complicado por su propia experiencia como inmigrantes. En 2011, Martínez mismo llegó a EEUU proveniente México contratado por la empresa Microsoft para trabajar.
"Nosotros también somos inmigrantes. Nuestro caso es mucho más relajado porque llegamos aquí con trabajo, un poquito de estabilidad. Yo sabía inglés, pero mi esposa no; ahora ya lo habla muy bien", aseguró el originario del estado de Querétaro.
"Hace 10 años no teníamos familiares, no teníamos un lugar donde llegar, fue un shock cultural para nosotros. Creemos que todo el mundo que llega aquí necesita esa ayuda. Además, somos cristianos", dijo.
Martínez señaló que por la labor que realizan no reciben apoyo alguno del gobierno, es un servicio completamente social y humanitario.
Camino difícil
“El camino para los refugiados reasentados siempre ha sido difícil, incluso durante los gobiernos de apoyo a los refugiados”, aseguró Elizabeth Ferris, profesora del Instituto de Estudios de Migración Internacional de la Universidad de Georgetown.
En un artículo publicado en el sitio web de The Brookings Institution, una organización dedicada a la investigación de asuntos sociales con sede en Washington DC, Ferris aseguró que “hasta la administración Trump, el reasentamiento de refugiados gozaba no solo de un amplio apoyo bipartidista en el Congreso, sino también de un amplio apoyo público”.
“Pasar por el proceso regular de reasentamiento de refugiados toma alrededor de dos años y normalmente no se lleva a cabo en Estados Unidos. Por lo tanto, es bueno que (para los afganos) se haya utilizado el Humanitarian Parole (libertad condicional en base a razones humanitarias)”, agregó.
“Todavía no sabemos mucho sobre los afganos que han llegado, si tienen familias en los Estados Unidos que pueden acogerlos o si tienen recursos”, subrayó la investigadora. “Es poco probable que la mayoría de los refugiados llegará con suficiente dinero en efectivo para amueblar un apartamento, pagar el depósito de seguridad en los servicios públicos, o adquirir un teléfono”.
Por ahora, familias como los Martínez han sido los encargados de darle albergue temporal a los afganos recién llegadas al país para iniciar su proceso de integración.
De las dos semanas que compartieron comida y techo, Kenneth Martínez recuerda con especial cariño a Karla, la hija de 3 años, quien disfrutó la compañía de las niñas afganas.
"Ellas no hablaban nada de inglés y Karla habla más español, entonces no se entendían. Pero empezaban a jugar, se correteaban. Le enseñaron algunas palabras en persa.'Nini' es bebé (...) Se la pasaban bien y disfrutaban su compañía", recordó.
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Apoyo incondicional
Otro grupo de personas que, como los Martínez, se encuentran apoyando a los afganos que llegan al país son quienes han puesto en renta sus propiedades o, como Fawn Johnson, quien puso a disposición, totalmente gratis, una casa de su propiedad en los suburbios de la misma Seattle.
Esa propiedad y está desocupada y Fawn la acondicionó con la ayuda de unos amigos a disposición de una familia que también huyó de Afganistán después de enterarse de las necesidades de los recién llegados.
"Les ayudamos a llevar su equipaje y entraron con todo lo que tenían", dijo a la cadena ABC. "Realmente nos impactó las pocas cosas que trajeron consigo y cómo podríamos llevar todo eso en solo un viaje o dos".
Elizabeth Ferris recuerda que el ‘humanitarian parole’ tiene una validez de dos años, durante los cuales los afganos deberán ajustar su estatus migratorio.
“Algunos pueden legalizar su estatus a través de la reunificación familiar u otros procesos de inmigración. Pero la mayoría necesitará solicitar asilo, un sistema que actualmente tiene una acumulación de 1.4 millones de casos”, finalizó.
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