Solas, sin armas y sin hablar español caminaron las casi 2,000 millas de la frontera entre EEUU y México

Después de las elecciones de 2016, Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch, un par de aventureras amantes de las largas caminatas, decidieron que era hora de entender con sus propios ojos cómo es y cómo se vive en la frontera sur que tanto ha degradado el discurso de Trump. Este es un resumen de sus memorias.

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Por:
Angélica Gallón S..
Tras las elecciones presidenciales de 2016, Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch decidieron que era hora de ver con sus propios ojos cómo era y cómo se vivía en la frontera entre Estados Unidos y México, una región que se encuentra en el centro de los discursos políticos de esta administración.
Video Dos mujeres caminan las 1,954 millas de frontera entre EEUU y México: esto es lo que vieron

Llevaban semanas bordeando la frontera Entre Estados Unidos y México en el sur del estado de Texas. Habían dejado atrás la pequeña población de Roma e iban siguiendo la ruta marcada por la valla que separa la tierra de un país y del otro. Caminaban al borde de la carretera ante la mirada de los pobladores del lugar que iban y venían en sus vehículos y que veían que las dos jovencitas, cargadas con pesados morrales, seguían caminando y caminando, un día tras otro, sin llegar a ningún destino.

Un día, una mujer que ya las había visto tres veces en el camino, sencillamente se detuvo. Tenía que saber si todo andaba bien con las caminantes. Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch le contaron rápidamente por qué estaban ahí. Venían caminando desde San Diego, California, miles de millas atrás, en un afán de recorrer a pie toda la frontera sur del país y ver por ellas mismas cómo era ese territorio convulso tan manoseado por los políticos, tan protagonista de las noticias. Su destino final era Brownsville.

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La mujer del carro se despidió de las viajeras no sin antes dejarles botellas de agua y una buena caja llena de tacos: “porque seguro les va a dar hambre en el camino”, les dijo.


Las advertencias que los locales les hacían a lo largo de la ruta tenían siempre que ver con no quedarse sin agua, tener cuidado con los coyotes y comer suficientes tacos antes de adentrarse en el desierto.

Eran, en general, advertencias completamente diferentes a las cargadas de dramatismo que les hacían, casi seis meses atrás, amigos y familiares cuando las jovencitas les contaban su plan. “El mayor temor antes de que partiéramos en esta aventura era la gente con la que íbamos a encontrarnos, pero fue la gente nuestro mayor descubrimiento”, cuenta Claire.

“El mayor temor antes de que partiéramos en esta ventura era la gente con la que íbamos a encontrarnos, pero fue la gente nuestro mayor descubrimiento”, Claire Wernsted-Lynch


Efectivamente, en noviembre de 2017, a todo al que le contaron su propósito las sentenció: “¡Van a una zona de guerra! No era difícil entender por qué había tanta reticencia con el plan de estas jovencitas de 27 años devotas de las caminatas. Las recientes políticas migratorias, los estigmas del presidente Trump sobre los mexicanos y los inmigrantes como “hombres malos” y “violadores” y el verdadero desconocimiento que los ciudadanos de a pie tienen de esta zona del país, hacía que la idea de dos mujeres solas, que no hablaban español y que se rehusaban a llevar un arma con ellas viajando por la frontera, sonara sencillamente alarmante.

Ellas, sin embargo, no dudaron ni un minuto de su plan. Caminarían 1,954 millas. “Después de las elecciones de 2016, nos parecía que no era correcto seguir con nuestros planes de hacer una gran aventura y desaparecer de todo el movimiento social que se estaba cocinando por seis meses. Por eso pensamos que era el momento de hacer una caminata que tuviera un sentido. Que trajera algún impacto”, le dijo Tenny Ostrem a Univision Noticias.

Esta es su foto final. Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch habían terminado su gran caminata por la frontera sur en 175 días, después de haber caminado 1,954 millas.
Partieron de San Diego, California, y en esa zona encotraban este tipo de artículos abandonados que los usan, según les explicaron los agentes fronterizos, para borrar los pasos y las huellas de los que han estado por esos caminos.
Las dos jóvenes de 27 años se encontraron constantemten con este tipo de avisos que restringían el paso. Buena porción de la tierra que es aledaña a la frontera es privada. Ellas tuvieron que hacer un arduo trabajo de planificación para poder conseguir permisos para entrar por todos los lugares que necesitaban para terminar su recorrido.
Llevar suficiente cantidad de agua fue una de sus prioridades. Claire Wernsted-Lynch recuerda que en algún momento alcanzaron a llevar hasta 18 litros cada una. Aquí se ven sus morrales en un lugar de abastecimiento.
Las dos viajeras confesaron que fue en el inicio de su viaje, mientras cruzaban el estado de California, en donde más encontraron prendas y objetos de inmigrantes que habían sido dejados atrás.
Aunque, por supuesto Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch se toparon con bellos lugares, lo que realmente las alentó a hacer esta caminata era la intención de visibilizar una realidad que para muchas estadounidenses es completamente ajena y desconocida.
Todas las noches buscaban un lugar alejado del muro o de la frontera propiamente dicha para evitar cualquier riesgo y armaban sus tiendas de campaña.
“Hemos tenido mucho cuidado en no dejar que nuestra experiencia sea comparada en ninguna circunstancia a la que tiene el inmigrante en la frontera. Sus caminos son muy duros y llenos de dolor, pero estar paradas ahí, entender esas geografías, atravesar el Río Grande, sí nos acerca a la comprensión de la tragedia”.
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El viaje se emprendió en el mes de noviembre buscando los meses más frescos.
La única literatura existente sobre esa parte de la frontera la había escrito un investigador llamado Mark Hainds que había estado durante tres años tratando de conectar grandes pedazos de territorio de esa zona del país.
Pero Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch se han convertido en las primeras en recorrer a pie de punta a punta esta zona del país.
A lo largo del desierto se encontraron con estos puestos de urgencia en los que se puede pedir por ayuda en caso de que las personas no puedan seguir.
La consigna que siguieron estas dos niñas que lo único que llevaron para defenderse fue una pistola de bengalas era "no interponerse en el camino de nadie".
Caminos deshabitados por los que Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch transitaron durante días.
En la mitad del desierto se encontraron con esta especie de cárceles portátiles.
Aunque el camino fue largo, este recorrido no demandó tanto esfuerzo físico como otras caminatas que han hecho en el pasado en las que han escalado altas montañas y picos nevados.
El camino que recorre la frontera está lleno de contrastes. De la industrialización y opulencia de California a la pobreza que las dos viajeras observaron en algunos lugares fronterizos de Texas.
Ranchos privados que las viajeras atravesaron con el fin de conseguir su objetivo de llegar a Brownsville, Texas.
Sí, también tuvieron que sobrepasar muchos enrejados.
Al final del viaje el calor empezaba a sentirse más contundentemente, pero las viajeras habían conseguido ver y entender un poco más la realidad de esta zona del país.
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Esta es su foto final. Tenny Ostrem y Claire Wernsted-Lynch habían terminado su gran caminata por la frontera sur en 175 días, después de haber caminado 1,954 millas.

Equipadas para los caminos desconocidos

A diferencia de otras rutas que ya habían caminado en empinadas y frías montañas, este plan representaba un verdadero reto porque nadie antes lo había hecho en su totalidad.

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Por supuesto, no había guías de viaje que les anticipara qué se iban a encontrar, en dónde podrían dormir, o en dónde había fuentes de agua. La única literatura existente sobre esa parte de la frontera la había escrito un investigador de Alabama llamado Mark Hainds que había estado durante tres años tratando de conectar grandes pedazos de territorio de esa zona del país. Pero ellas dos serían las primeras en terminar de unir los puntos faltantes de ese mapa.

“Mi mayor temor era que si en realidad algo llegaba a pasarnos, el propósito de nuestra caminata terminara en manos de una agenda política completamente opuesta. Si algo le pasaba a Claire o a mí, terminarías engrosando los estereotipos y malas concepciones que queríamos justamente derrumbar de la frontera”, cuenta Tenny quien sí acató claramente un consejo: “No te atravieses en el camino de nadie”.

"Si algo le pasaba a Claire o a mi, terminarías engrosando los estereotipos y malas concepciones que queríamos justamente derrumbar de la frontera", Tenny Ostrem


El viaje se emprendió en los meses más fríos. Las dos mujeres eran concientes de las dramáticas cifras de muertes por deshidratación en el desierto, que según la Patrulla Fronteriza ha aumentado 55% desde el año pasado, y sabían que esas hazañas de supervivencias que hacían los migrantes sobrellevando hasta 115 grados Fahrenheit eran tan extremas que ni el cuerpo entrenado de dos atletas estaba listo para resistirlas.

En sus mochilas llevaban un GPS, unas cuantas mudas de ropa, implementos de aseo y una pistola de bengalas, que fue lo único que acordaron cargar en caso de sentirse inseguras. Por lo demás, aunque en la mayoría de la ruta bordearían de cerca el espacio físico de la frontera, alejándose por mucho 8 millas, siempre intentaron dormir en lugares alejados del muro, escondidas de cualquier ruta de tráfico.

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“Las caminatas también eran mucho menos largas de lo que acostumbramos normalmente. En lugar de 25 millas, caminábamos 15 porque siempre evitamos exponernos mucho en la noche”.

¿Cómo se ve la frontera cuando la caminas?

En su recorrido fueron siendo testigos de muchas cosas. Pasaron por zonas inmensamente ricas e industrializadas en California que parecían contrastar de manera dramática con la pobreza extrema que vieron en Texas.

Había zonas en las que al día llegaron a toparse hasta con 10 patrullas fronterizas, como en California, mientras que, por kilómetros, como les ocurrió en el parque nacional del Big Bend, Texas, parecían zonas en donde a los seres humanos los hubieran borrado de la tierra. Fueron testigos de las poblaciones hermanas, esas que a pesar de tener en el medio una valla fronteriza se cantaban canciones de amor o de cumpleaños de un lado del muro hacia el otro.

El estadounidense Mike Davidson y el mexicano Ernesto Hernández comparten un negocio turístico en el Río Bravo, donde trasladan a turistas desde el parque nacional Big Bend a la pequeña localidad mexicana de Boquillas del Carmen. Ambos cuentan por qué se oponen a la construcción del muro en ese tramo de la frontera.
Video "Hay una mutua dependencia": en el Parque Nacional Big Bend no quieren el muro de Trump


En su recorrido tuvieron en total cinco encuentros con inmigrantes indocumentados, lo que a sus ojos resultó sorprendente: “En las imágenes de los noticieros siempre ves estos grupos masivos de personas cruzando, corriendo de un lado al otro. Y nosotras de alguna manera creíamos que de verdad nos íbamos a topar con una avalancha de inmigración ilegal. Pero no fue así”.

“En las imágenes de los noticieros siempre ves estas imágenes de grupos masivos de personas cruzando corriendo de un lado al otro. Y nosotras de alguna manera creíamos que de verdad nos íbamos a topar con una avalancha de inmigración ilegal. Pero no fue así”, Tenny Ostrem


El rastro de los inmigrantes, que a diferencia de ellas no iban en sentido oeste a este, sino que iban de sur a norte, era más visible en unos lugares que otros. “En donde más vimos objetos olvidados, identificaciones que suponíamos ya no les iban a servir de nada al otro lado de la frontera, zapatos, pequeñas maletas rosadas de niñas dejadas atrás, fue en el estado de California”, cuenta Clarie. “Ver esas cosas era sin duda un duro recuerdo para nosotros de todo el sufrimiento que transita por esas tierras”.


Quizás, como muchas otras ideas que se han construido sobre lo que pasa en la frontera, las cosas no se veían exactamente como se narraba en los libros de Cormac McCarthy, se veía en películas como ‘No country for old men’ o se reportaba en las noticias. Ante su experiencia, la vida cotidiana de la gente se imponía ante los eventos extraordinarios.

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“Hemos tenido mucho cuidado en no dejar que nuestra experiencia sea comparada en ninguna circunstancia a la que tiene el inmigrante en la frontera. Sus caminos son muy duros y llenos de dolor, pero estar paradas ahí, entender esas geografías, atravesar el Río Grande sí nos acerca a la comprensión de la tragedia”.

La frontera, ¿un lugar seguro?

Después de caminar 1,954 millas por 175 días, Clarie y Tenny de alguna manera constataron lo que muchos estudios aseguran: las tasas de criminalidad en los condados fronterizos de EEUU son más bajas que el promedio para los condados interiores de tamaño similar, "No hay duda, el lado de EEUU de la frontera es un lugar muy seguro", le dijo Christopher Wilson, subdirector del Instituto de México en el Wilson Center al diario The Washington Post.

“Hemos tenido mucho cuidado en no dejar que nuestra experiencia sea comparada en ninguna circunstancia a la que tiene el inmigrante en la frontera. Sus caminos son muy duros y llenos de dolor, pero estar paradas ahí, entender esas geografías, atravesar el Río Grande si nos acerca a la comprensión de la tragedia”, Claire Wernsted-Lynch


Pero más allá de confirmar los estudios y desmentir las versiones de los políticos, son los recuerdos y sus vivencias el mayor poder de este viaje.

Como ese día en el que, después de meses de camino vieron a lo lejos un bus que parecía escolar. Cuando lo alcanzaron se dieron cuenta de que era el trasporte de miles de granjeros que regresaban a sus casas. A pesar de que ellas eran unas extrañas y no hablaban español, todo un festín de comida casera y de cantos terminó acogiéndolas y llevándolas esa noche a su próximo destino.

Clarie y Tenny dejaron la frontera justo cuando los reportes de separación de familias en la frontera empezaron a conocerse.

Aunque tuvieron la sensación en un principio de que quizás nada había valido la pena ante la dimensión que había cobrado la tragedia de los inmigrantes que cruzan ilegalmente o que buscan pedir asilo, ya de regreso a casa parecen tener la cabeza más clara: Para ellas cualquier gesto que ayude a comprender mejor lo que pasa en esa zona del país es valiosa. Muy valiosa.

<b>1. Una camioneta Cherokee atascada en el punto más alto del muro.</b> Esta foto es real. Fue tomada por la agencia AP el 31 de octubre de 2012 y registra la descabellada idea de unos contrabandistas de hacer pasar un jeep Cherokee por el muro que divide la frontera entre EEUU y México, que mide los poco desestimables 14 pies. Con unas rampas artesanales que dispusieron de lado y lado, los creativos criminales intentaron subir el carro hasta el punto más alto y, de hecho, lo lograron. No contaron, sin embargo, con que el carro corría el riesgo de atorarse. 
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<b><a href="https://www.nytimes.com/2017/03/10/opinion/design-competition-or-ideological-crisis.html?_r=0">Cuando los agentes de la frontera se toparon </a></b>con la escena dos hombres del lado de México intentaban liberar el automóvil. El carro ya estaba vacío. Los medios registraron en ese momento que esta no era la primera vez que se veía tan ambiciosa hazaña. Ya en 2011 se había intentado pasar un camión entero, sin éxito.
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<b>2. Una mujer escaló el muro y cayó al frente de un tour que hacía John McCain por la zona. </b>Escalar un muro de 18 pies parece una hazaña, pero
<b> <a href="https://www.youtube.com/watch?v=XHjKBjM1ngw">YouTube está lleno de videos de mujeres </a></b>que prueban que sin mucha destreza, ni muchos aditamentos, lo pueden lograr. El 28 de marzo de 2013, justamente una mujer que había logrado subir el muro y atravesarlo, se hizo noticia, no por la consecución de su hazaña, sino porque contó con la mala suerte 
<b><a href="http://www.dailymail.co.uk/news/article-2300308/Mexican-immigrant-scales-18-foot-fence-jumps-US-border-just-yards-away-US-senators-fact-finding-tour.html">de caer justo al lado de un recorrido en el que participaba el senador John McCain y varios agentes fronterizos.</a> </b>
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Así lo dejó registrado el político en su Twitter:
<b><a href="https://twitter.com/SenJohnMcCain/status/316985910841446400"> “Acabamos de ser testigos de cómo una mujer escaló los 18 pies del muro a una poca distancia de donde estábamos nosotros en Nogales”.</a></b> Añadió: “Los patrulleros la capturaron exitosamente pero el inesperado incidente es otro recordatorio que los riesgos de nuestra frontera son reales”.
<b>3. Un campo de golf servía de frontera entre USA y México y el muro lo llevó a la quiebra. </b>
<i>“No lancen las bolas de golf hacia México, los que violen esto serán perseguidos”. </i>
<b><a href="http://www.espn.com/golf/story/_/id/7071940/fort-brown-memorial-golf-course-suffers-border-confusion">Esta era la señal que estaba cerca al hoyo 16 del campo de golf Fort Brown Memorial </a><a href="http://www.espn.com/golf/story/_/id/7071940/fort-brown-memorial-golf-course-suffers-border-confusion">en Brownsville,</a></b>
<a href="http://www.espn.com/golf/story/_/id/7071940/fort-brown-memorial-golf-course-suffers-border-confusion"> </a>Texas, que era literalmente la frontera entre los dos países.
¿Un campo de golf en la frontera? Sí, antes de que en 2016, el gobierno de Estados Unidos construyera una barrera de más de 700 millas de largo, se podía ver cómo gente de un país y otro pasaban los largos pastales caminando. Pero una vez se empezó la implementación de las delimitaciones de la frontera, el campo de golf ya ni siquiera tuvo claro si hacía parte de Estados Unidos o de México.
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El campo fue creado en 1950, justamente de la mano de un inmigrante mexicano que en vista de que no podía jugar en el club Pan American Golf Association quiso crear un espacio para la comunidad hispana en Estados Unidos. El muro sin embargo hizo que muchos socios de salieran y que el negocio familiar quebrara.
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<b>4. Los partidos de voleibol entre Sonora, México y Sonora, EEUU, usaban el muro como red. </b>Los pobladores de Naco (Sonora, en México) y Naco (Arizona, en Estados Unidos) jugaron partidos de voleibol en los que el balón iba de un lado al otro de los territorios fronterizos durante 28 años. Usaban el enrejado que les habían impuesto como límite de red para sus partidos.
El juego era efectivamente el gran evento que juntaba a los dos pueblos -que alguna vez fueron uno solo- en las celebraciones de las fiesta binacionales. Sin embargo, aquella tradición empezó a cambiar conforme fueron arreciando los conflictos migratorios y con ellos las formas que fue adoptando aquel enclenque cercado.
A finales de los 90 empezaron a reemplazar el enrejado de la frontera por unas vigas enormes y metálicas que estaban soldadas entre ellas. Mientras eran puestas estas esas vigas, los juegos de voleibol y los festejos de los pueblos tuvieron que correrse a los lugares en donde aún el enrejado dejaba pasar un balón. Los juegos de voleibol se dejaron de practicar en 2007.
<b>5. Pintaron el muro de azul para camuflarlo con el cielo.</b> 
<b><a href="http://anateresafernandez.com/borrando-la-barda-tijuana-mexico/">Ana Teresa Fernández</a></b> es una artista mexicana que vestida con traje de cóctel decidió pararse en frente del muro que separa las playas de Tijuana y de San Diego y empezar a pintarlo de los mismos tonos azules que adquiere el cielo en esa playa. Así camuflar el muro, borrarlo, hacerlo invisible.
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Ella misma una inmigrante, una que dejó su tierra en México para ir a estudiar una carrera universitaria y darle mejor vida a su familia, quiso con este acto artístico humanizar ese muro que “se ha vuelto sinónimo de dolor". "Pintándolo color cielo celebramos las vidas de todos aquellos que no lo lograron”. Con estas fotografías ha registrado su proyecto en su Instagram: 
<b><a href="https://www.instagram.com/anateresafernandez/">@anaterezafernandez</a></b>
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Ana Teresa repitió esta acción en otras partes del muro, ya con más voluntarios de su lado, como ocurrió en octubre de 2015 cuando pintaron completamente de azul cielo el muro en Nogales, Sonora.
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<b>6. Esta gente usa el muro como parte de las paredes de su casa. </b>El Nido de las Águilas, un barrio localizado en las montañas de Tecate, es una de las zonas con mayor pobreza del norte de México. Sin embargo, en los últimos años, los vecinos decidieron sacar provecho a su localización:
<b> <a href="http://www.univision.com/noticias/amexica/cuando-el-muro-es-tu-casa-los-mexicanos-que-quieren-que-permanezca-en-pie">el muro que pagó Estados Unidos para delimitar la frontera ha servido para construir sus casas.</a></b>
Los vecinos usan el muro como un pilar arquitectónico más para mantener sus humildes hogares. También lo usan como parte de la cochera que resguarda sus viejos automóviles, para sujetar las cuerdas sobre las que secan su ropa y como pared lateral de su baño exterior.
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<b>7. El muro mismo mata. </b>Aunque las historias más comunes dan cuenta de cómo cientos de inmigrantes provenientes de México mueren en el desierto que separa a este país de Estados Unidos, 
<b><a href="http://www.latimes.com/local/lanow/la-me-ln-hanging-border-fence-calexico-20140714-story.html">un hombre de 27 años en julio de 2014 hizo que esta historia cobrara unos nuevos matices dramáticos.</a></b>
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A las 7 p.m., un agente de la frontera vio a un hombre que con una cuerda intentaba escalar el muro que separa a los dos países a la altura de Calexico. Ante el avistamiento del policía, el hombre enrolló la soga a su cuello y dejó caer su cuerpo al lado de Estados Unidos. El agente intentó levantarle los pies para mantener al joven con vida hasta que llegó otro agente
<b> <a href="http://gawker.com/man-attempts-to-hang-himself-from-u-s-mexico-border-fe-1605042967">con el que lograron desatarlo y reanimarlo</a>. </b>
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<b>8. Un diputado mexicano escaló el muro para demostrar que todo el mundo podía hacerlo. </b>Podía ser el muro fronterizo el mejor lugar para llamar la atención sobre una causa política, sí que lo podía, al menos así lo demostró el diputado mexicano Braulio Guerra 
<a href=" http://www.univision.com/los-angeles/kmex/noticias/politica/un-diputado-mexicano-escala-la-valla-fronteriza-para-decirle-a-trump-que-su-muro-es-absurdo">q<b>uien viajó el pasado 2 de marzo a la frontera y escaló el muro </b></a>solo para demostrarle al presidente electo Donald Trump la inutilidad de su idea de construir un muro fronterizo entre los dos países.
“Vean en estos 8 metros (8 - 10 metros) qué sencillo es subirse, yo me pude subir, pude escalarlo, sentarme aquí. Sería muy sencillo pasarme a los Estados Unidos, lo que deja en evidencia que es innecesario totalmente y es absurdo construir un muro que cueste 15,000 millones de dólares o 300,000 millones de pesos”, declaró Guerra tras bajar de las alturas.
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1. Una camioneta Cherokee atascada en el punto más alto del muro. Esta foto es real. Fue tomada por la agencia AP el 31 de octubre de 2012 y registra la descabellada idea de unos contrabandistas de hacer pasar un jeep Cherokee por el muro que divide la frontera entre EEUU y México, que mide los poco desestimables 14 pies. Con unas rampas artesanales que dispusieron de lado y lado, los creativos criminales intentaron subir el carro hasta el punto más alto y, de hecho, lo lograron. No contaron, sin embargo, con que el carro corría el riesgo de atorarse.
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