Migrantes devueltos a México tras pedir asilo en EEUU expuestos a "secuestro, extorsión y violencia"

La denuncia señala que los solicitantes de asilo en Estados Unidos “son enviados de regreso a ciudades de México sin suficiente capacidad de albergue y con altas tasas de criminalidad, mientras esperan una audiencia de asilo en los tribunales migratorios estadounidenses”.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
Adayanci Pérez es una de más de 2,500 niños que fueron separados en la frontera por el gobierno de Estados Unidos como parte de la política ‘tolerancia cero’. La niña guatemalteca de 6 años estuvo tres meses y medio lejos de su familia, y según ellos, al regresar ya no era la misma. Antes de volver, fue diagnosticada con estrés postraumático agudo. Aún hay más de 400 niños que no han sido reunidos con sus familias.
Video El legado de tolerancia cero: niños traumatizados y sin tratamiento

Los migrantes arrestados en la frontera y devueltos a México a esperar la resolución de sus casos en las cortes de inmigración de Estados Unidos, corren serios riesgos de ser secuestrados, extorsionados y “otras modalidades de violencia”, revela un reciente informe de Human Rights Watch (HRW).

“El gobierno de Trump ha ampliado radicalmente el programa Protocolo de Protección de Migrantes (MPP) y, al mismo tiempo, ha cercenado los derechos de los solicitantes de asilo en la frontera sur” señala el grupo de derechos humanos.

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La denuncia añade que los solicitantes de asilo en Estados Unidos “son enviados de regreso a ciudades de México sin suficiente capacidad de albergue y con altas tasas de criminalidad, mientras esperan una audiencia de asilo en los tribunales migratorios estadounidenses”.

El informe añade que los migrantes también “enfrentan obstáculos nuevos o mayores para obtener y consultar asesores legales, un aumento en los casos en que las audiencias judiciales están cerradas al público, y el riesgo de secuestro, extorsión y otras modalidades de violencia” mientras permanecen en territorio mexicano.

Las cortes de inmigración estadounidenses tienen acumulados más de 1,000,000 ce casos para solo 440 jueces.

Programa “abusivo”

El programa MPP fue anunciado en diciembre del año pasado tras el rechazo por parte de México de convertirse en tercer país seguro para la recepción de asilados y con ello acceder a las presiones por parte del gobierno de Trump.

El MPP entró en vigor a finales de enero. “El carácter inhumano del programa se torna más abusivo cada día”, dijo Ariana Sawyer, investigadora asistente del Programa de Estados Unidos de HRW. “El rápido crecimiento del programa en los últimos meses ha puesto incluso a más familias y personas en riesgo mientras están en México a la espera de un proceso legal cada vez más injusto”, agregó.

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha dicho que a finales de julio habían sido regresados a México poco más de 42,000 migrantes tras solicitar asilo.

Nuevas reglas

Esta semana, el director interino del DHS, Kevin McAleenan, anunció dos nuevas normas que afectarán directamente a los migrantes que buscan de asilo.

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La primera, que ningún migrante que sea aprendido en la frontera y pida asilo, será liberado excepto por razones humanitarias, y permanecerán detenidos mientras duren sus procesos judiciales. La segunda, que quienes pasen la entrevista de miedo creíble serán retornados a México bajo el programa MPP.

En cuanto a los migrantes que no tengan una causa de asilo, serán inmediatamente deportados, dijo el funcionario durante un discurso ante el Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations).

Daños irreparables

Human Rights Watch dice además que el MPP “ha tenido graves consecuencias para los solicitantes de asilo, incluidos obstáculos enormes –o incluso insuperables– a las garantías de debido proceso con respecto a sus pedidos de asilo en Estados Unidos”, además de “amenazas y hechos de violencia física en México”.

La organización dijo que entrevistó a 7 solicitantes de asilo y 26 abogados, administradores de albergues para migrantes, funcionarios gubernamentales mexicanos, trabajadores de la justicia migratoria, periodistas y defensores de los derechos de los migrantes, y asistir a las audiencias judiciales de 71 solicitantes de asilo y consultó presentaciones judiciales, declaraciones, fotografías e informes en los medios de comunicación para redactar el informe.

“Las normas del MPP, que nunca se publican, cambian continuamente sin previo aviso”, explicó el abogado especializado en casos de asilo John Moore. “Hasta el momento, todos los cambios han coartado incluso más el acceso ya limitado que tenemos los abogados a nuestros clientes”, indicó.

Retorno voluntario

Otra de las preocupaciones de HRW es la ampliación del programa denominado ‘retorno voluntario’, implementado en la frontera por
la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de las Naciones Unidas. “La organización facilita el transporte hacia su país de origen a los solicitantes de asilo que son obligados a esperar en México, pero no notifica a los jueces inmigratorios de Estados Unidos”, advierte.

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Al no comunicar el regreso del migrante a su país de origen, “es muy posible que esto dé lugar a pronunciamientos negativos contra los solicitantes de asilo que no se presentan ante el tribunal, que probablemente impliquen la prohibición de volver a ingresar en Estados Unidos por 10 años, cuando podrían haber desistido del caso sin sufrir penalidades”, indica.

La no presentación a una cita en la corte de inmigración trae consigo la emisión de una orden de deportación en ausencia.

En total, se lee en el reporte, más de 66.000 solicitantes de asilo están ahora en México, obligados a esperar meses o años hasta que sus casos se decidan en Estados Unidos. “Algunos han desistido a la espera y han intentado cruzar ilegalmente por zonas más remotas y riesgosas de la frontera, a veces con resultados fatales”, añade.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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