Nueva norma restringe el ingreso a EEUU de mujeres embarazadas: explicamos su impacto

A partir de ahora, las mujeres embarazadas deberán estar conscientes de que les pueden cerrar las puertas cuando ingresen a Estados Unidos, aunque las razones del viaje sean legítimas, advierten abogados.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
A mediados de 2018, el gobierno admitió que entre el 5 de mayo y el 20 de junio de ese año había separado a 2,654 menores. Pero de acuerdo con informes posteriores emitidos por el Inspector General del Departamento de Seguir Nacional (IG-DHS), las separaciones comenzaron antes y el número de separaciones es mucho mayor que la cifra entregada a la justicia. Se habla de varios miles, un dato que ni siquiera el gobierno puede certificar.
Video El drama de las separaciones familiares de Trump contado a través de las cartas de los niños

El gobierno de EEUU publicó este jueves en el Registro Federal (diario oficial estadounidense) una nueva norma que restringirá el ingreso al país de mujeres embarazadas con visas de no inmigrante, tipo B1/B2, con propósito de turismo o viajes de negocios.

La nueva norma explica que la modificación al reglamento de las visas B, para visitantes temporales por razones de turismo, establece que viajar a Estados Unidos con el objetivo principal de dar a luz para darle la ciudadanía estadounidense a su bebé “es una base inadmisible para la emisión” del documento de viaje.

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En consecuencia, agrega, los funcionarios consulares “deberán denegar una visa de no inmigrante tipo B a un extranjero” si tiene “razones para creer que tiene la intención de viajar para este propósito principal”.

La publicación añade que el Departamento de Estado “no cree que visitar Estados Unidos con el propósito principal de obtener la ciudadanía estadounidense para un hijo, una actividad comúnmente referida como ‘turismo de maternidad’, sea una actividad legítima”.

El turismo de maternidad es un negocio rentable en Estados Unidos y el exterior. Empresas estadounidenses hacen publicidad y cobran hasta $80,000 por servicios que incluyen hotel y atención médica, reveló The Associated Press. Agrega que muchas mujeres rusas y chinas viajan a Estados Unidos para dar a luz. El país combate esa práctica desde antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca.

La nueva regla entra en vigor este viernes 24 de enero de 2020.

Poderes adicionales

Abogados consultados por Univision Noticias dijeron que la nueva norma otorgará “una amplia discrecionalidad” a los cónsules, pero no explica detalladamente cómo utilizarán estos nuevos poderes.

“Tendrán mayor capacidad para negar un pedido de visa, si determinan que el extranjero no viene como turista al país, sino con el propósito de dar a luz”, dijo José Guerrero, un abogado de inmigración que ejerce en Miami, Florida.

Guerrero dijo además que “la duda es hasta dónde podrán utilizar esos poderes. El reglamento otorga más discreción a los cónsules para hacer sus determinaciones y determinar si el viaje de turismo de un extranjero es realmente por placer o utilizar la visa con un propósito diferente, como por ejemplo dar a luz y que el hijo se convierta en ciudadano estadounidense”.

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La Enmienda 14 de la Constitución garantiza la ciudadanía estadounidense por nacimiento, sin tener en cuenta la ciudadanía de los padres.

Las mayores dudas por ahora “es cómo será aplicado este nuevo reglamento. No me sorprendería que esta nueva norma, como tantas otras dictadas por este gobierno, sea demandada en las cortes”, dijo Guerrero.

Razones oficiales

El Departamento de Estado también señala “las preocupaciones” del gobierno” y coloca el denominado 'turismo de maternidad' como un asunto de seguridad nacional.

Los solicitantes de visas que buscan tratamiento médico, entre ellos el dar a luz, “deberán demostrar, a satisfacción del funcionario consular, sus arreglos para dicho tratamiento y establecer su capacidad de pago de todos los costos asociados con dicho tratamiento”, se lee en la nueva regla.

Añade que el funcionario consular podrá negar una solicitud de visa si tiene razón o sospecha que el extranjero viaja con el propósito de dar a luz durante su estadía en Estados Unidos, y que el propósito principal del viaje es obtener la ciudadanía estadounidense para el niño.

Agrega que la norma no cambia las regulaciones vigentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) con respecto a la admisibilidad de extranjeros, “incluidos aquellos viajeros del Programa Waiver”, que no requieren una visa estampada en el pasaporte para ingresar al país.

Más restricciones

En el nuevo reglamento el gobierno también exige que “el solicitante de una visa tipo B “esclarezca a satisfacción del funcionario consular que él o ella tiene los medios y la intención de pagar el tratamiento médico y todos los gastos adicionales o colaterales, incluido el transporte y gastos de manutención”.

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Añade que, si una de las respuestas del solicitante no es creíble, “puede dar al funcionario consular razones para preguntarse si el solicitante califica para una visa B
de no-inmigrante, y podría dar lugar a preguntas adicionales sobre si el solicitante tiene la intención de salir a tiempo de Estados Unidos, o tiene la intención de participar en otra
actividad inadmisible”.

El libro ‘Inmigración: las nuevas reglas, una guía de Univision’, explica que una visa estampada en el pasaporte no garantiza la entrada a Estados Unidos. Y que la autorización o permiso de entrada debe ser otorgado por un agente de la Oficina de Aduanas y Control de Fronteras (CBP) en el puerto de entrada, sea terrestre, aéreo o marítimo.

“Tanto ahí como en el consulado, le pueden negar la entrada o el trámite”, advierte Guerrero. Y en ambos casos la decisión es inapelable”, advierte.

Guerrero dijo además que “esto también abre la interrogante respecto a qué sucederá con las personas que van a renovar visas y tienen hijos estadounidenses. Es posible que esto les afecte”.

Actividades legítimas

En la nueva regla el gobierno de Trump refiere el significado de actividades legítimas de carácter recreativo que justifican la emisión de una visa tipo B.

Indica que el término incluye “turismo, diversión, visitas con amigos o familiares, descanso, tratamiento médico y actividades de carácter fraternal, social o de servicio”, pero que en ningún caso “incluye la obtención de una visa para el propósito principal de dar a luz y obtener la ciudadanía estadounidense para un hijo”.

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Detalla además que “cualquier solicitante de visa que busque tratamiento médico en los Estados Unidos bajo esta disposición, se le negará una visa bajo el amparo de la Sección 214 (b) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA) si no puede establecer, a satisfacción de un funcionario consular, una razón legítima por la cual él o ella desea viajar a Estados Unidos para recibir tratamiento médico”.

Entre los requisitos, deberá probar que “un médico o un centro médico (hospital) en Estados Unidos debe demostrar o acordar que brindará el tratamiento, y que el solicitante ha estimado razonablemente la duración de la visita y asumir todos los costos asociados”.

“Al solicitante también se le negará una visa bajo la sección 214 (b) de la INA si no puede establecer a satisfacción del funcionario consular que él o ella tiene los medios derivados de fuentes legales, y la intención de pagar los gastos médicos”, indica.

“Las personas embarazadas deben estar conscientes que a partir de ahora los funcionarios consulares o los agentes federales fronterizos tienen la discrecionalidad de no solo negar un ingreso, sino cancelar la visa en su totalidad”, dijo Alex Gálvez, un abogado de inmigración que ejerce en Los Ángeles, California. “Les van a cerrar las puertas, aunque las razones del viaje sean legítimas”, advirtió.

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<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
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Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
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<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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