¿Y si las redes sociales fueran un peligro para la humanidad? Un grupo de expertos alerta sobre una hipótesis cada vez menos descabellada

Las redes han modificado drásticamente, y en un plazo de tiempo cortísimo, nuestra forma de comunicarnos. Científicos de diferentes campos se han unido para alertar sobre las consecuencias para la salud mental, las relaciones personales o el funcionamiento democrático. Como las langostas, argumentan, las redes devoran todo lo que encuentran a su paso.

Natalia Martín Cantero
Por:
Natalia Martín Cantero.
Nuestra falta de comprensión de los efectos de las redes sociales es un peligro para la democracia y el progreso científico, sostienen los expertos.
Nuestra falta de comprensión de los efectos de las redes sociales es un peligro para la democracia y el progreso científico, sostienen los expertos.
Imagen Unsplash

¿Recuerdas el tirón que tuvo, hace algo más de un año, todo el asunto de la hidroxicloroquina? Se especuló con que podía ser un tratamiento eficaz contra el coronavirus a partir de un estudio con bajos estándares de rigor. Esto no impidió que Donald Trump promoviese su uso, lo que esto causó de un día para otro desabastecimiento de la sustancia para el tratamiento de otras afecciones.

PUBLICIDAD

Las redes alimentaron igualmente el genocidio de los musulmanes rohingya ( Facebook en particular) o la insurrección en el Capitolio estadounidense vía Twitter. Mientras hay cada vez más conciencia de cómo afectan las redes sociales a la salud mental de los individuos, y especialmente los más jóvenes (de esto hablamos más abajo), todavía no ha adquirido fuerza la discusión pública sobre gigantescos cambios estructurales que están produciendo.

Esto es justamente lo que busca un artículo publicado hace unas semanas en la prestigiosa revista científica PNAS titulado "la gestión del comportamiento colectivo global”. En un tono bastante apocalíptico, que refleja la preocupación que sienten los autores, el artículo recoge las valoraciones de 17 investigadores de campos muy dispares, desde la filosofía al clima, para pedir que se trate el estudio del impacto a gran escala de la tecnología en la sociedad como una “disciplina de crisis”, tal y como se hace con, por ejemplo, el cambio climático.


Peligro para la democracia

Un problema social urgente necesita un estudio urgente, argumentan. La cosa, alegan, no es para menos: nuestra falta de comprensión de los efectos de las redes sociales es un peligro para la democracia y el progreso científico. El documento afirma que las empresas tecnológicas "se han abierto paso a tientas en la actual pandemia de coronavirus, incapaces de frenar la 'infodemia' de desinformación" y los mil y un obstáculos que ha supuesto para la aceptación de las vacunas, las mascarillas y las medidas de distanciamiento social.

PUBLICIDAD

Los expertos adjudican a la red un “comportamiento colectivo”, parecido al de las langostas, que devoran todo lo que encuentran a su paso, y advierten de que sin mayor control la nueva tecnología podría contribuir a fenómenos como "la manipulación de elecciones, las enfermedades, el extremismo violento, el hambre, el racismo y la guerra".

“Las redes sociales en particular —así como una gama más amplia de tecnologías de Internet, incluyendo la búsqueda impulsada por algoritmos y la publicidad basada en clics— han cambiado la forma en que la gente obtiene información y se forma opiniones sobre el mundo”, dice Carl Bergstrom, profesor de biología evolutiva de la Universidad de Washington y uno de los autores del artículo. “Lo han hecho de una manera que hace que la gente sea especialmente vulnerable a la difusión de la desinformación y la desinformación”, sostiene.

Como ocurrió con el caso de la hidroxicloroquina que mencionamos más arriba, puedes tener “fragmentos de desinformación que explotan a una velocidad sin precedentes en formas que no tendrían antes de este ecosistema de información”, dice Bergstrom. En este entorno es sencillísimo crear grandes comunidades de personas que sostienen constelaciones de creencias que no se basan en la realidad, como la teoría de la conspiración QAnon.


Las redes sociales y otros avances tecnológicos han modificado radicalmente la forma en que fluye la información a escala mundial. Estas plataformas están orientadas a maximizar la participación y la rentabilidad, no a garantizar la sostenibilidad o la precisión de la información, y sin embargo nadie, ni siquiera los propios creadores de las plataformas, sabe muy bien cómo afectan sus decisiones de diseño al comportamiento colectivo humano, afirman los autores.

PUBLICIDAD

"Necesitamos comprender esto urgentemente y avanzar centrándonos en el desarrollo de sistemas sociales que promuevan el bienestar en lugar de crear valor para los accionistas mediante el dominio de nuestra atención colectiva", dice Bergstrom.

Las redes sociales también pueden ser una "fuerza para el bien", admiten los autores. "La democratización de la información ha tenido efectos profundos, especialmente para las comunidades marginadas y subrepresentadas, dándoles la capacidad de reunirse en línea, tener una plataforma y tener voz. Y eso es fantástico”. Lo que no tienen tan claro es si estas ventajas compensan los riesgos mencionados más arriba.

¿Y a nivel individual?

El trabajo trata de llamar la atención sobre los cambios estructurales a gran escala. De las consecuencias para la salud a título individual del uso de redes sociales se ha hablado largo y tendido. Numerosos estudios han puesto sobre la mesa aspectos como estos:

<b>Un árbol marca la diferencia</b>
<br>Un simple árbol en medio de la ciudad puede marcar la diferencia y tener efectos positivos en los viandantes, según 
<a href="https://eurekalert.org/pub_releases/2017-11/uobc-scy110117.php">un reciente estudio</a> que documenta el vínculo entre la exposición a la naturaleza y el bienestar. La investigación es llamativa porque no se refiere a acampadas, ni largos paseos por el campo, sino a algo tan simple como el beneficio que producen las plantas de casa, los pájaros o el sol a través de la ventana de nuestro hogar.
<b>Déficit de atención por naturaleza </b>
<br>Este término fue acuñado hace unos años por el periodista y escritor Richard Louv, preocupado por el impacto negativo que la creciente desconexión con la tierra tiene en nuestra mente y cuerpo. Las salidas al campo han constituido un remedio clásico para las enfermedades psiquiátricas, pero ahora se plantea de otra manera: 
<b>alejarse de la naturaleza es lo que crea trastornos como la hiperactividad o la obesidad</b>, argumenta Louv.
<b>La adicción a la pantalla comienza pronto</b>
<br>Louv, que también es autor del superventas 
<a href="http://richardlouv.com/">Los últimos niños en los bosques: salvar a nuestros hijos del trastorno de déficit de naturaleza</a>, está preocupado por la adicción temprana a las pantallas, lo que supone que haya un 
<a href="http://www.abc.net.au/radionational/programs/lifematters/nature-deficit-disorder/2963804">montón de energía bloqueando nuestros sentidos</a>. “Esto, para mí, es 
<b>la definición de estar menos vivos</b>. No creo que nadie quiera que sus hijos estén menos vivos".
<b>El derecho de los niños a experimentar la naturaleza</b>
<br>Numerosos estudios han probado las ventajas para la salud mental y física, la cognición, la habilidad para aprender e incluso para la productividad del contacto con la naturaleza. Los efectos son tan positivos que, en 2012, en su congreso mundial, la 
<a href="http://www.iucn.org/">Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza</a> aprobó 
<a href="https://portals.iucn.org/docs/2012congress/motions/en/M-132-2012-EN.pdf">una resolución</a> por el derecho de los niños a experimentar la naturaleza.
<b>Si alguien te da a elegir entre 10,000 dólares o diez árboles, escoge los árboles </b>
<br>Esta es la comparación que hacen los autores de un estudio de Toronto (Canadá) que muestra cómo los barrios con árboles son más saludables. Concretamente, 
<b>tener diez o más árboles en el vecindario mejora la percepción de la salud de forma comparable a como lo haría disponer de 10,000 dólares extra</b> (la percepción de la salud es un factor subjetivo, pero los autores señalan que correlaciona fuertemente con las medidas objetivas de salud). “La gente ha descuidado las ventajas psicológicas del medioambiente para la psique”, señala 
<a href="http://psychology.uchicago.edu/people/faculty/berman.shtml">Marc Berman</a>, psicólogo de la Universidad de Chicago y director del estudio.
<b>Desde la ventana del hospital</b>
<br>En 1984, 
<a href="http://www.majorhospitalfoundation.org/pdfs/View%20Through%20a%20Window.pdf">en uno de los más tempranos y llamativos estudios,</a> el investigador Roger Ulrich observó cómo los pacientes que se estaban recuperando de una operación quirúrgica de vesícula en un hospital de Pensilvania recibían el alta un día antes y pedían menos analgésicos para el dolor si desde la ventana de su habitación veían unos árboles, frente a aquellos que sólo podían contemplar una pared.
<b>Salir a la naturaleza mejora el estado de ánimo</b>
<br>Gregory Bratman, de la Universidad de Stanford, en California, reveló cómo los voluntarios que caminaban por una zona verde del campus 
<a href="http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0169204615000286">se mostraban más atentos y felices</a> que aquellos que lo hacían, durante un tiempo equivalente, en una zona con tráfico denso.
<b>¿Por qué altera el parque el estado de ánimo? </b>
<br>Una de las razones es que la naturaleza reduce nuestra tendencia a rumiar las cosas, ese estado mental en el que no paramos de pensar en todo lo que puede ir mal, como un disco rayado. Esa es, en esencia, la conclusión de 
<a href="http://www.pnas.org/content/112/28/8567.abstract">otro estudio</a> que examina los mecanismos neurológicos que se producen cuando estamos en la naturaleza. “Salir a la naturaleza podría ser una forma fácil y casi inmediata de mejorar el estado de ánimo”, 
<a href="http://well.blogs.nytimes.com/2015/07/22/how-nature-changes-the-brain/?_r=0">resume Bratman</a>.
<br>
<b>Shinrin-yoku, baños de bosque </b>
<br>Desde 1982 Japón hizo que la práctica del 
<i>shinrin-yoku</i>, o “baños de bosque”, forme parte de su programa de salud nacional. El objetivo es que la gente conecte con la naturaleza de la forma más natural.
<b>Más gente en el campo que en la ciudad</b>
<br>En 2008, por primera vez en la historia, había 
<b>más gente viviendo en las ciudades que en el campo. </b>Y 
<a href="http://www.pnas.org/content/105/7/2295.full">un estudio</a> de ese año encontró que el porcentaje de americanos que participan en actividades al aire libre como pescar o acampar ha decrecido un 1% al año desde finales de los 80.
<b>La ecoterapia frente a lo virtual </b>
<br>Nuestras
<b> </b>experiencias tienden a ser más virtuales que reales y eso tiene consecuencias negativas para la salud, como el incremento del estrés. Por esta razón, la “ecoterapia” es un campo de estudio en ebullición. Lo que recomienda, en esencia, es muy simple: nos conviene caminar descalzos en la tierra y consumir menos Netflix.
1 / 11
Un árbol marca la diferencia
Un simple árbol en medio de la ciudad puede marcar la diferencia y tener efectos positivos en los viandantes, según un reciente estudio que documenta el vínculo entre la exposición a la naturaleza y el bienestar. La investigación es llamativa porque no se refiere a acampadas, ni largos paseos por el campo, sino a algo tan simple como el beneficio que producen las plantas de casa, los pájaros o el sol a través de la ventana de nuestro hogar.
Imagen Unsplash
En alianza con
civicScienceLogo