¿Vale la pena tomar quercetina y vitamina C para protegerse del covid-19?

Sus ventas se han disparado, pero ¿hay respaldo científico de que sea beneficioso? Esta es la respuesta de las agencias sanitarias y de algunos expertos.

María Isabel Capiello
Por:
María Isabel Capiello.
No hay consenso en torno a los beneficios de la vitamina C frente al coronavirus.
No hay consenso en torno a los beneficios de la vitamina C frente al coronavirus.
Imagen Matt Rourke/ASSOCIATED PRESS

La venta de suplementos vitamínicos que contienen vitamina C y quercetina se ha disparado durante la pandemia. Millones de personas los consumen con la intención de fortalecer su sistema inmune y protegerse del nuevo coronavirus. Pero ¿qué dice la ciencia sobre sus supuestos beneficios? ¿Vale la pena probarlos con este objetivo?

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La respuesta oficial de las autoridades sanitarias como la Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades o los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos es que no.

“No hay evidencia científica de que ninguno de estos remedios alternativos sirva para prevenir o curar el covid-19”, insiste el Centro Nacional de Medicina Integrativa y Complementaria de los Institutos Nacionales de la Salud que reitera en que, aunque muchos suplementos herbarios o dietéticos se deriven de fuentes naturales, esto no significa que sean seguros o buenos para la salud.

El organismo necesita de algunos nutrientes -incluyendo la vitamina C y muchos otros- para tener un sistema inmune fuerte y, en consecuencia, si hay alguna deficiencia, la inmunidad se reduce. Pero “a menos de que tengas una deficiencia, tomar más vitaminas y minerales no aumentarán tu inmunidad”, aclara la agencia federal una publicación dirigida a los consumidores y titulada: ¿Deberías tomar un suplemento durante la pandemia?

Es la misma postura del inmunólogo Jesus Gil Pulido, del Instituto de Biología Molecular en Alemania y autor del blog InmunoNews, para quien la compra de este tipo de suplementos no tiene sentido y “casi con total seguridad no arrojará ningún beneficio clínico”.

“Por lo general, los niveles de vitaminas en la población suelen estar más o menos dentro de los rangos normales (exceptuando personas con patologías o deficiencias), por lo que la suplementación va a suponer una pérdida económica”.

Según Gil Pulido, cuando los nutrientes están en rangos normales, el organismo expulsa el exceso, por lo que cualquier efecto adicional quedaría anulado. Lo que, en su criterio, no se descarta es que un exceso de suplementación acarree efectos secundarios temporales como problemas digestivos, o incluso otros de mayor envergadura como estrés renal en el caso de la quercetina. “Aunque estaríamos hablando de dosis muy grandes y durante mucho tiempo, algo que no suele ocurrir”, aclara.

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Dentro de la comunidad médica hay quienes difieren. Entre ellos está el médico de la Old Dominion University en Norfolk, Virginia, Rubén Colunga Biancatelli, autor principal de un paper publicado en Fronteras de Inmunología a finales de junio, donde se propone una terapia experimental de quercetina y vitamina C para la prevención y tratamiento del covid-19.

“La quercetina es un conocido antiviral y ha sido estudiada para el SARS del 2003 demostrando inhibir enzimas cruciales requeridas para el ingreso de los virus en las células, su replicación y la formación de partículas virales. La vitamina C es esencial para el correcto funcionamiento de las células inmunes y, en casos de sepsis, modula la respuesta exagerada inflamatoria. También recicla la quercetina e impulsa su efecto antiviral”, dice a Univision Noticias.

Indicios interesantes, pero falta evidencia

Tras revisar la literatura médica disponible, Colunga y sus colegas John Catravas, Max Berrill y Paul Marik -consideran que hay “un fuerte racional” de que la administración simultánea de vitamina C y quercetina bajo cierta dosificación vía oral podría servir para la prevención y tratamiento del covid-19, no sin dejar de reconocer que “claramente faltan datos” que sustenten esa hipótesis.

“Falta un estudio randomizado doble ciego que es el estándar de oro para determinar si una terapia funciona o no, pero esta pandemia no espera por nadie y aquí tenemos una potencial terapia segura, económica y sin contraindicaciones. Pero hay que ser valientes en decir que quizá tenemos un arma y utilizarla”, dice.

Uno de los hallazgos más interesantes que Colunga destaca sobre la quercetina, es que en células dentro de un laboratorio -no en humanos o animales- este compuesto logró bloquear la entrada del SARS -otro coronavirus- a las células y una enzima crucial para su replicación.

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Eso no quiere decir que ese experimento dentro de un laboratorio pueda extrapolarse al supuesto beneficio de un suplemento vitamínico oral, pero Colunga opina que sí “hay algo que nos obliga a investigar más”.

El inmunólogo Gil Pulido recalca que publicaciones que hablan sobre suplementos para la prevención de la infección y manejo de la enfermedad son meras “hipótesis basadas en resultados vistos en laboratorios usando células en cultivo o modelos animales”, y que hasta ser comprobadas en ensayos clínicos en humanos son sólo eso: hipótesis.

Actualmente científicos de Estambul prueban la efectividad de la suplementación oral con vitamina C y quercetina en un pequeño ensayo clínico en humanos. Según la página web Clinical Trials.gov los resultados debían estar disponibles el 31 de agosto, pero aún no aparecen publicados.

En lo personal, Colunga está tomando esos suplementos por vía oral durante tres meses, el tiempo que -según su revisión- no surte ningún tipo de efecto perjudicial (en la dosis que él y su equipo han determinado como segura).

Su colega y coautor del artículo en cuestión, Paul E.Marik, jefe de medicina crítica del Eastern Virginia Medical School en Norfok (Virginia), incluyó la quercetina en su protocolo sugerido de profilaxis y para casos leves de covid-19. “Está basado en ciencia buena y básica y hay papers muy interesantes que postulan sus beneficios, pero desafortunadamente no tenemos data clínica. Si tienes algo que es potencialmente beneficioso, seguro y económico ¿qué tienes que perder?”, declaró a MedPage a comienzos de julio.

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David M Aronoff, de la Universidad de Vanderbilt en Nashville (Tennessee), advierte a ese mismo medio que en vista de la data preclínica sería razonable prescribir la quercetina exclusivamente en el contexto de un ensayo clínico bien diseñado pero que “no recomendado fuera de ensayos clínicos”.

La Oficina de Suplementos Dietéticos de los Institutos Nacionales de la Salud recomienda a todas las personas consultar a su médico para determinar si necesitan o no tomar algún suplemento vitamínico: “Tu proveedor de salud y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades son las mejores fuentes de información sobre cómo protegerte del covid-19”.

<b>Puesto 19. Harinas y mezclas de harinas preparadas, con un alza del 4.5% entre febrero y junio de 2020. </b>
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<br>Como es el caso de muchos artículos en esta lista, la subida del precio de la harina probablemente está vinculada a un aumento en la demanda. La empresa King Arthur Flour informó que las ventas subieron 2,000% en marzo, en comparación con el mismo mes del año anterior. La harina es un ingrediente fundamental en la repostería, una actividad que ganó popularidad en la cuarentena.
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<b>Puesto 18. Pescados y mariscos no perecederos, con una subida del 4.6%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Durante ese período, estos artículos alcanzaron su precio más alto en más de una década. Las ventas de comestibles enlatados se dispararon durante las fases iniciales de la pandemia, lo que probablemente contribuyó al alza.
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<b>Puesto 17. Dulces frescos, pasteles de cafetería y donas, con un avance del 4.8%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>En circunstancias normales, este tipo de productos se compran en cafés y otros restaurantes para desayunar de camino al trabajo pero, con un número récord de estadounidenses en casa, la demanda se disparó en los supermercados. También alcanzaron su precio más alto en más de una década.
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<b>Puesto 16. Bebidas gaseosas, con un alza del 5.1%</b> 
<b>entre febrero y junio de 2020. </b>
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<br>El aumento de la demanda podría explicar esta subida de precio. En junio de 2020, las bebidas carbonatadas costaban más en los supermercados que en cualquier momento desde al menos 2010.
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<b>Puesto 15. Sopas enlatadas, con una subida del 5.1%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>Como otros artículos de larga duración, las sopas alcanzaron su precio más alto de los últimos 10 años durante la crisis del covid-19. Al comienzo de la pandemia, las ventas de sopas aumentaron más de 100% en comparación con la misma época del año anterior. 
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<b>Puesto 14. Frutas y vegetales congelados, con una subida del 5.5%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>Otro producto que puede mantenerse en buen estado por mucho tiempo dentro del congelador. A diferencia de otros comestibles de esta lista, el precio de estos productos no ha subido tanto como el precio general de todos los alimentos durante la última década. 
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<b>Puesto 13. Tocino, salchichas para el desayuno y productos relacionados, con un alza del 5.5%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>Los problemas relacionados con la cadena de suministro y el avance del precio de la carne de cerdo en los últimos meses impulsaron la subida de los costos de estos productos. Esta alza tiene larga data, desde febrero de 2010 hasta febrero de 2020 el precio de estos artículos subió cerca de un 30%.
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<b>Puesto 12. Pescados y mariscos congelados, con un avance del 5.6%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>Este es otro de los alimentos que pueden durar mucho tiempo almacenados y que también ha registrado un aumento en la demanda.
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<b>Puesto 11. Cereales para el desayuno, con una subida del 5.9%</b> entre febrero y junio de 2020. 
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<br>El precio de este producto había estado bajando desde finales de octubre de 2015 y era solo un 1.8% más caro en noviembre de 2019 que en febrero de 2010. Una vez que la gente empezó a trabajar desde casa y a desayunar allí, los precios de los cereales empezaron a subir. 
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<b>Puesto 10. Verduras y vegetales enlatados, con un alza del 6.4%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>A pesar del reciente aumento, durante la última década el precio de las verduras enlatadas no ha subido en igual manera que el promedio de los alimentos. Las verduras y vegetales enlatados son solo un 12.3% más caras que en 2010.
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<b>Puesto 9. Frijoles, lentejas y otros granos secos, con una subida del 7.4%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Los estadounidenses compraron 200% más de estos productos en lo que va de 2020 que durante el mismo período en 2019. Como muchos de los otros alimentos de esta lista, los frijoles y otros granos pueden almacenarse durante largos períodos de tiempo.
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<b>Puesto 8. Mantequilla de maní, con un avance del 7.9%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Hasta principios de 2020, el precio de este producto había estado disminuyendo durante siete años. Pero al ser un producto no perecedero su demanda ha aumentado durante la pandemia.
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<b>Puesto 7. Jamón, con una subida del 8.7%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Este fue uno de los productos cuyo precio subió como resultado de problemas en la cadena suministro. Varias plantas de carne y aves cerraron en los últimos meses debido a brotes de covid-19 en sus empleados, lo que limitó la producción y redujo la oferta. 
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<b>Puesto 6. Papas, con una subida del 8.7%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Esta subida de precio registrada en 2020 posiblemente no se deba solamente a la pandemia. Los precios de la papa suben y bajan con las estaciones. Por lo general alcanzan su punto máximo en agosto y luego un mínimo en diciembre. Sin embargo, en los últimos 10 años el precio de la papa sí ha subido un 36,4%.
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<b>Puesto 5. Hot dogs, con un alza del 8.8% entre febrero y junio de 2020.</b>
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<br>La producción de este artículo se vio afectada por los brotes de covid-19 en las plantas, pero desde antes de la llegada de la pandemia sus precios venían subiendo. Entre febrero de 2018 y febrero de 2020, su precio avanzó 28,2%.
<b>Puesto 4. Pollo, con un alza del 9.4%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Es uno de los productos más afectados por los brotes de covid-19 en las plantas procesadoras. La disminución de la producción y la oferta, junto al aumento de la demanda, producen por lo general la subida de los precios.
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<b>Puesto 3. Frutas cítricas, con un avance del 10.3%</b> entre febrero y junio de 2020.
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<br>Este producto también es estacional, por lo que su alza probablemente no se debe solo a la pandemia. En marzo de cada año tiende a subir su precio, cuando la mayoría de las variedades ya no están en temporada.
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<b>Puesto 2. Chuletas de cerdo, con una subida del 19.9% </b>entre febrero y junio de 2020.
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<br>Como muchos otros productos cárnicos en esta lista, el suministro de carne de cerdo se vio afectado cuando los trabajadores de las plantas procesadoras de carne se enfermaron con el coronavirus y la producción se redujo temporalmente en algunas instalaciones.
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<b>Puesto 1. Carne de res y ternera, con un alza del 22.7% entre febrero y junio de 2020.</b>
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<br>El avance del precio de la carne de vaca desde 2010 duplicó al promedio del precio de todos los artículos, pero desde que fueron cerradas algunas plantas durante la pandemia, los precios dispararon aún más. El precio de este producto era un 79,2% más alto en junio de 2020 que en febrero de 2010.
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Puesto 19. Harinas y mezclas de harinas preparadas, con un alza del 4.5% entre febrero y junio de 2020.

Como es el caso de muchos artículos en esta lista, la subida del precio de la harina probablemente está vinculada a un aumento en la demanda. La empresa King Arthur Flour informó que las ventas subieron 2,000% en marzo, en comparación con el mismo mes del año anterior. La harina es un ingrediente fundamental en la repostería, una actividad que ganó popularidad en la cuarentena.
Imagen YaroslavKryuchka/Getty Images/iStockphoto
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