Éxito para el gobierno y tragedia para activistas: cumple un año el programa que ha devuelto a México a 60,000 migrantes

Tras un año de vigencia y con la excepción de menores no acompañados y mexicanos, el resto de migrantes que llegan buscando asilo son procesados esperando en México la resolución de sus casos en las cortes de inmigración estadounidenses. Activistas proinmigrantes piden su cancelación.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
La iniciativa cumple su primer año y, según el Instituto Nacional de Migración de México, en el 2019 miles de personas fueron devueltas al país para que allí esperen el desarrollo de sus procesos que llegan a tardar hasta seis meses. Activistas piden que el programa sea eliminado porque las largas esperas generan impaciencia y problemas de salud entre quienes han aplicado.
Video EEUU ha devuelto a México a 62,000 solicitantes de asilo en Protocolo de Protección Migratoria

Esta semana se cumplió un año del llamado Protocolo de Protección del Migrante (MPP) del gobierno de EEUU que ha regresado a México a unos 60,000 migrantes, quienes después de solicitar asilo en la frontera, deben esperar en ese país durante meses la resolución de sus casos.

El MPP fue activado por la Casa Blanca luego que México se negara a convertirse en tercer país seguro. El gobierno de Washington pretendía que su vecino del sur concediera asilo a la totalidad de los migrantes que cruzan su territorio y se dirigen a la frontera sur de Estados Unidos.

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Al no conseguir su propósito, impuso una nueva regla que cambió parte de la política de asilo vigente desde 1980: con excepción de Menores No Acompañados (UAC) y mexicanos, el resto de migrantes que llegan buscando asilo serán procesados de igual forma, pero deberán esperar en México la resolución de sus casos en las cortes de inmigración estadounidenses.

Postura oficial

A mediados de noviembre, cuando el MPP llevaba activo 10 meses y poco más de 50,000 retornados a México, el comisionado en funciones de la Oficina de Protección y Aduanas (CBP), Mark Morgan, dijo a periodistas en la Casa Blanca que el MPP “cambió absolutamente el juego” en la frontera, y que el programa no solo bajó el número de detenidos en los centros de detención federales, sino que disminuyó la llegada de migrantes a la frontera.

El gobierno sostiene además que la crisis en la frontera es producto de la llegada de extranjeros ilegales que se han aprovechado de “lagunas” o “vacíos legales” que no han sido corregidos por el Congreso, y que la mayoría de los migrantes que buscan asilo no tienen motivos de acuerdo con la ley vigente.

Entre los vacíos mencionados por la Casa Blanca se incluyen el Acuerdo Judicial Flores de 1997, que impide la privación de libertad de menores de edad en centros o cárceles federales, y la Ley TVPRA sobre prevención de tráfico humano, que impide la deportación acelerada de menores y exige que sea un juez de inmigración quien resuelva sus futuros en Estados Unidos.

El alegato de Trump

El presidente alega que los migrantes, conociendo estos “vacíos” legales, han llegado en masa a la frontera y utilizan a menores como pasaporte para entrar a Estados Unidos y aprovecharse del programa de asilo, un recurso legal disponible.

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El aprovechamiento mencionado por el presidente también se basa en que las cortes de inmigración tienen acumulados casi 1.1 millones de casos para 460 jueces, y cada juez atiende en promedio 700 casos por año.

Siendo así, la totalidad de casos hasta el momento demorarían en promedio 3.4 años en ser resueltos, tiempo durante el cual quienes piden asilo deberían esperar en libertad la resolución de sus expedientes.

Los detractores del gobierno argumentan que Trump cambió la política de asilo modificando la interpretación de reglamentos y aumentando la discrecionalidad de los agentes federales que participan en el proceso de asilo, y con ello no permite que sean los jueces de inmigración quienes resuelvan los casos.

Zonas de alto riesgo

Las organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes advierten que el MPP ha colocado a miles de niños y familias en “peligro constante” y exigen al gobierno de Trump que anule el programa y respete el debido proceso migratorio.

“Después de un año viviendo bajo esta política, el gobierno de Trump sigue poniendo a familias en peligro”, dice Paola Luisi, codirectora de la organización Families Belong Together. “La cantidad de violencia, tortura y abuso contra los que están viviendo en la calle con hogares improvisados sigue subiendo, mientras esperan su oportunidad para encontrar seguridad”, agrega.

Las ciudades mexicanas fronterizas donde permanecen los casi 60,000 migrantes regresados por Estados Unidos tras pedir asilo son consideradas como las más peligrosas del mundo, incluso por el Departamento de Estado.

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“Los estadounidenses no creemos en el maltrato de niños ni familias. Debemos ponerle un fin a esta política y demandar que las familias sean tratadas con humanidad y compasión”, señaló Luisi.

Política cuestionada

Para la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), el MPP “mantiene a miles de solicitantes de asilo fuera de la vista y de la mente” de los estadounidenses, y se trata de juna norma que “viola los derechos de los refugiados y elude sus obligaciones de protegerlos, una obligación que se comprometió a cumplir después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se reveló la mancha del Holocausto”.

"Entregar al peligro a estas personas abandona a los solicitantes de asilo que siguen un proceso legal en ciudades fronterizas inseguras y más allá, lugares no equipados para proporcionar comida, refugio, información o representación legal”, agrega la organización. “Y mientras esperan pueden ser víctimas de criminales que los roban, violan e incluso los asesinan”, agregó.

"Cuando ellos solicitan asilo, siguen un proceso legal. Al imponer esta política, Estados Unidos rompe con sus obligaciones internacionales de proteger a los refugiados y, en cambio, pone en peligro a miles y miles, incluidas mujeres, familias y niños”, dijo Angélica Salas, directora ejecutiva de CHIRLA.

Atrapados en el peligro

Un año desde de que Estados Unidos implementó su política MPP, “decenas de miles de solicitantes de asilo están atrapados en el peligro en México, enfrentando violencia diaria y lidiando con el costo de la salud mental de riesgo e incertidumbre constantes”, dijo la organización internacional Médicos Sin Frontera (MSF).

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"Estados Unidos continúa enviando a los solicitantes de asilo de vuelta al peligro y en manos de los carteles que controlan las rutas de migración en México", señaló Sergio Martin, coordinador general de MSF en México. “A pocos pasos de la frontera de Estados Unidos, en Matamoros, hay miles de solicitantes de asilo que ahora viven en campamentos improvisados con acceso limitado a refugio o atención médica básica”, agregó.

El dirigente dijo además que “en Nuevo Laredo tenemos pacientes que no pisarán los refugios porque saben que están destinados a ser secuestrados, retenidos por rescate o asesinados".

La organización humanitaria indicó además que “aproximadamente 60,000 personas han sido devueltas a México bajo el MPP”, y que a lo largo de la ruta de migración en México y en ubicaciones fronterizas en Nuevo Laredo, Matamoros, Mexicali y Reynosa, ha sido “testigo de las devastadoras consecuencias humanitarias del programa y las nuevas reglas que esencialmente han terminado con el asilo en la frontera sur de Estados Unidos”.

“Aproximadamente el 80 por ciento de los migrantes tratados por equipos de MSF en Nuevo Laredo durante los primeros nueve meses de 2019, informaron haber sufrido al menos un incidente violento. Otro 43.7 por ciento de los pacientes dijeron haber sido víctimas de violencia durante los siete días previos a la consulta”, denunció la organización.

Diseñado para fracasar

Pero no solo la falta de seguridad preocupa a las organizaciones. El hecho de que estas personas no puedan conseguir un abogado para que los represente y tengan mejores chances de ganar sus casos de asilo es uno de los problemas más serios causados por el MPP”, dice Lilia Velásquez, profesora adjunta de la facultad de leyes de la Universidad de California, en San Diego.

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“Los migrantes que pidieron asilo en la frontera y fueron enviados a México se están representando solos: Ellos no saben cómo hacerlo y a la mayoría de quienes llegan sin abogado a las cortes, pierden sus casos”, agregó.

Velásquez dijo además que “todo indica que el programa “está diseñado para eso, para negarles sus casos de asilo y no dejarlos entrar”.

En resumen, precisó, el programa “carece de recursos, no incluyó el acceso a representación legal para las personas que huyeron de sus países y llegaron a la frontera en busca de asilo. Y los abogados en Estados Unidos también tienen muchas dificultades para llegar a ellos y poder representarlos. Es una tragedia”, puntualizó.

Lista de dificultades

Para Bárbara Hines, exprofesora de la clínica legal de la facultad de leyes de la Universidad de Texas, en Austin, el MPP fue elaborado “para realmente obstaculizar, hacer lo imposible para que una persona pueda ganar su caso de asilo”.

La abogada de inmigración, con amplia experiencia en casos en la frontera con México, la mayor dificultad es “el lugar donde deben esperar a que los llamen. Estamos hablando de las ciudades más peligrosas del mundo”, dijo.

Luego detalló una lista de dificultades adicionales:


  1. Es muy difícil para ellos acceder a asistencia legal;
  2. Los abogados de Estados Unidos tienen miedo a cruzar al lado mexicano para ayudarlos;
  3. Si uno tiene suerte de hallar abogado, hay que preparar todo el caso por WhatsApp o mensaje de texto. Es muy difícil hacerlo de esta forma, complicado;
  4. Preparar casos de esta manera no es suficiente para presentar un caso ante la corte de inmigración;
  5. La jurisprudencia es muy restrictiva debido a las órdenes emitidas por los fiscales generales, primero Jeff Sessions y luego Willi8am Barr, quienes por ejemplo anularon la violencia doméstica o de pandillas como causa de asilo;
  6. Las organizaciones en Estados Unidos no están preparadas para asesorar en México.
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“No quiero decir con esto que sea mejor tener encarceladas a las personas en Estados Unidos”, aclaró Hines. “Hay programas por todo Estados Unidos, pero estos fueron diseñados para funcionar aquí adentro”, precisó.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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