Trabajadores agrícolas latinos en alto riesgo por covid y sin protección federal

Viven hacinados, durmiendo en literas y compartiendo baños y cocinas. Y aunque son trabajadores esenciales, suelen no tener seguro médico o paga por enfermedad. Los críticos señalan que la falta de una normativa federal permite que los empleadores prioricen la cosecha sobre la seguridad de los trabajadores. Lee aquí esta historia en inglés.

Por:
Victoria Knight.
Durante más de cuatro meses, Blanca, madre de una familia de estatus mixto en California, compartió más de 100 videos en los que relata la historia de muchos de los hispanos en Estados Unidos: su lucha por adaptarse a la ‘nueva normalidad’, por estirar el presupuesto y por mantener a su familia unida y con la esperanza puesta en un mejor futuro.
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KNOXVILLE, Tennessee.- Es una época de mucho trabajo para las granjas productoras de tomate en esta parte del estado. Estas plantaciones cuentan con cientos de trabajadores, la mayoría latinos. Algunos viven allí. Otros son migrantes que viajan de granja en granja, para recoger las cosechas de verano. Otros vienen de México o Centroamérica con visas agrícolas temporales.

Pero este año, la temporada se desarrolla con enormes preocupaciones por el coronavirus que afecta directamente a estos trabajadores agrícolas.

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"Casi todas las fases del proceso de recolección de tomates deben ser consideradas a la luz de covid-19", dijo Ken Silver, profesor asociado de salud ambiental en la Universidad Estatal del Este de Tennessee, que estudia la salud de los trabajadores migrantes en las plantaciones de tomates del estado.

Los trabajadores viven en alojamientos cerrados, durmiendo en literas y compartiendo baños y cocinas. Viajan a los campos en autobuses abarrotados y a menudo trabajan en grupos. Y aunque los empleados de las granjas son considerados trabajadores esenciales, suelen no tener seguro médico o paga por enfermedad.

Las granjas ya han informado de brotes entre cientos de trabajadores en estados como California, Washington, Florida y Michigan. Sin embargo, el gobierno federal no ha establecido ninguna normativa para proteger a los trabajadores agrícolas del coronavirus o para instruir a los empleadores sobre lo que deben hacer cuando enferman.

Mientras que organizaciones de defensa de los trabajadores migrantes dicen que esto permite a las granjas aprovecharse de sus trabajadores y aumentar su riesgo de exposición al coronavirus, las granjas aseguran que están haciendo lo que pueden para proteger a los trabajadores con los recursos limitados que tienen, mientras no se deja de hacer el trabajo.

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Lo cierto es que la situación no está clara, expresó Alexis Guild, director de políticas y programas de salud de Farmworker Justice.


La responsabilidad de las granjas

En junio, 10 de los 80 trabajadores temporales de Jones & Church Farms en el condado de Unicoi, Tennessee, dieron positivo para el coronavirus. Otra granja en ese condado tenía 38 trabajadores que también dieron positivo alrededor de la misma época.

"Esto fue lo más aterrador que pudo pasarnos", dijo Renea Jones Rogers, directora de seguridad alimentaria de la granja.
A nivel nacional, ha habido al menos 3,600 casos de trabajadores agrícolas que han dado positivo para covid-19, según los informes de los medios de comunicación reunidos por el Centro Nacional para la Salud de los Trabajadores Agrícolas.

A esto hay que añadir que tanto los empleadores como los trabajadores agrícolas reconocen que incluso las intervenciones más básicas para frenar la transmisión —el distanciamiento social y el uso de máscaras— a menudo no son factibles, al trabajar a altas temperaturas.

Saúl, de 52 años, es un trabajador agrícola temporal que ha viajado de México a Virginia todos los años desde 1996 para cosechar tabaco. En una entrevista por WhatsApp, dijo que las máscaras son incómodas en el trabajo porque estás al aire libre: "Es incómodo porque trabajamos a la intemperie". (Kaiser Health News no publica el apellido de Saúl para que no sea identificado por su empleador).

Saúl dijo que le preocupa el coronavirus, pero como vive en su lugar de trabajo, en la granja, se siente seguro.

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Cuando llegó a los Estados Unidos en abril, la granja le proporcionó información sobre la pandemia, máscaras y desinfectante de manos, explicó. Nadie le toma la temperatura, pero trabaja en un grupo de ocho personas, vive con tres trabajadores más y nadie en la granja ha sido diagnosticado con covid-19.

En Tennessee, Jones & Church Farms puso en marcha su propio protocolo de seguridad para los trabajadores al comienzo de la temporada. Esto incluyó el aumento de la desinfección, la toma de lecturas diarias de temperatura y el mantenimiento de los trabajadores en grupos para que vivan y trabajen con las mismas personas.

Después de que los 10 trabajadores dieran positivo, la granja los mantuvo a todos en la misma vivienda y lejos de los demás. Los que eran asintomáticos también siguieron trabajando en los campos, aunque alejados de los otros, señaló Jones Rogers.


Si bien el Departamento de Trabajo no ha ofrecido normas federales de seguridad ejecutables para COVID-19, sí colaboró con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) para elaborar un conjunto de pautas voluntarias y específicas para la agricultura. Esto se publicó en junio, pocos días después que Jones & Church notificara del brote en la granja.

Mucho de lo que ya se había hecho en Jones & Church, sin embargo, seguía esas recomendaciones, que también sugerían que los trabajadores fueran examinados todos los días para detectar los síntomas de covid-19 y que a los que se enfermaran se les diera su propio espacio para recuperarse alejados de los demás.

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Otras sugerencias de los CDC y el Departamento de Trabajo, orientadas más hacia las factorías de procesamiento de alimentos, como las plantas de empaque de tomates, incluían la instalación de mamparas plásticas si no es posible que haya una distancia de 6 pies entre los trabajadores, la instalación de estaciones de lavado de manos y la provisión de equipos de protección personal o cubiertas de tela para la cara.

Los activistas dicen que estas directrices son sólidas, en teoría. Su defecto más evidente es que son voluntarias.

"No creemos que la salud y la seguridad de los trabajadores deban dejarse a la buena voluntad de los empleadores", señaló María Perales Sánchez, coordinadora de comunicaciones del Centro de Los Derechos del Migrante, una organización con oficinas en México y en los Estados Unidos.

Un vocero del Departamento de Trabajo ofreció una perspectiva diferente. "Los empleadores son y seguirán siendo responsables de proporcionar un lugar de trabajo libre de riesgos conocidos para la salud y la seguridad", indicó, y añadió que los estándares de seguridad general preexistentes de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) y las directrices de los CDC se utilizan para determinar las violaciones a la seguridad en el lugar de trabajo. La OSHA es una agencia del Departamento de Trabajo.

La industria agrícola ha expresado su temor ante cualquier aumento de la regulación federal.

"No creo que OSHA pueda implementar un tipo de regulación obligatoria que no ponga en desventaja a algunos agricultores", apuntó Allison Crittenden, directora de relaciones con el Congreso de la American Farm Bureau Federation.

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Las granjas ya han tomado muchas medidas contra covid-19, añadió, "y si estas acciones se están llevando a cabo de forma voluntaria, no vemos la razón de imponer un requisito obligatorio".

Dificultades para acceder a la atención de la salud

Los trabajadores agrícolas migrantes, a pesar de ocupar un eslabón esencial en la cadena de suministro de alimentos del país, a menudo no reciben prestaciones en el lugar de trabajo, como seguro médico o licencia de enfermedad remunerada.

Saúl, el trabajador agrícola del tabaco de Virginia, dijo que no creía tener ningún seguro médico. Si se enfermara, tendría que decírselo a su empleador, que luego tendría que llevarlo al médico. La ciudad más cercana a la granja está a 15 millas. ¿Quién es responsable de estos costos? ¿El trabajador o la granja? Depende de las circunstancias individuales.

Muchas granjas emplean principalmente trabajadores latinos, y los datos de los CDC ilustran que es mucho más probable que los latinos se infecten, deban hospitalizarse o mueran por complicaciones de covid que los blancos no hispanos. Los expertos también advierten que debido a que la pandemia de covid está afectando desproporcionadamente a las personas de minorías, podría ampliar las disparidades de salud preexistentes.

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Además, buscar la atención de un médico puede resultar riesgoso para los trabajadores agrícolas migrantes. Los trabajadores indocumentados pueden temer ser detenidos por autoridades de Immigración mientras que los que tienen la residencia permanente (green card) les puede preocupar la "regla de la carga pública" que la administración Trump endureció.

Esta polémica “regla” tiene en cuenta el uso de los programas públicos, incluyendo la atención sanitaria, a la hora de una solicitud de ciudadanía. Sin embargo, el gobierno federal ha dicho que buscar tratamiento por covid-19 no aplicaría para esa regla.

Y aunque el rastreo de contactos es importante para detener la propagación de covid-19 entre los trabajadores agrícolas, muchos departamentos de salud no cuentan con traductores que puedan hablar español o lenguas indígenas centroamericanas, ni ha habido un rastreo sistemático a nivel nacional de los brotes de los trabajadores agrícolas hasta ahora, como se ha hecho con los brotes en las instalaciones de cuidados a largo plazo.

Por lo tanto, "es muy difícil saber cuántos trabajadores agrícolas específicamente están dando positivo," expresó Guild, de Farmworker Justice.

Eso podría ser un problema para rastrear los brotes, especialmente cuando la temporada de cosecha aumenta para ciertos cultivos y las granjas incrementan su fuerza laboral.

A fines de julio, llegaron a Jones & Church Farms casi 90 trabajadores temporales adicionales para ayudar a cosechar tomates hasta octubre, apuntó Jones Rogers. Aunque los 10 trabajadores que tenían covid-19 se han recuperado, dijo que teme que si más personas contraen la enfermedad, no habrá suficientes viviendas para mantener a los trabajadores enfermos aislados o suficientes trabajadores sanos para la cosecha.

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"Los tomates no esperan a que todos se sientan bien para que se los recoja", añadió Jones Rogers.

KHN (Kaiser Health News) is a nonprofit news service covering health issues. It is an editorially independent program of KFF (Kaiser Family Foundation) that is not affiliated with Kaiser Permanente.

Mientras el covid-19 mantiene en vilo a gran parte de la población a nivel mundial, los campesinos tratan de seguir con sus actividades cotidianas. Obviamente, ellos no tienen la opción de trabajar desde casa y no se pueden dar el lujo de dejar de laborar. "Si no tenemos un sueldo, la renta y las cuentas no esperan", dice una de las trabajadoras.
Video Trabajadores agrícolas hispanos dicen sentirse desprotegidos ante la amenaza del coronavirus
<b>La vida en los campos de Florida -</b> Algunos campos de vegetales de Homestead, una ciudad con una gran producción agrícola del sur de Florida, redujeron su ritmo en medio de la pandemia pero lograron seguir llevando alimentos a los supermercados y hogares del Estados Unidos. Ese fue el caso de estos surcos de ocra donde un trabajador cosecha casi cubierto de pies a cabeza, en parte para evitar contagiarse con el coronavirus.
<b>Vegetales que van al norte -</b> Este es uno de los campos de ocra de Sifuentes Farms, donde la producción se redujo cerca de un 60% cuando sus principales compradores en Nueva York cerraron sus negocios al arreciar la pandemia a mediados de marzo.
<b>Decenas de cajas repletas perdidas -</b> La ocra es un vegetal con una textura parecida al nopal consumido ampliamente en México. Debe ser recolectado de la plata cuando alcanza apenas unos tres centímetros o, de lo contrario, puede crecer demasiado y ser rechazado en los puntos de compra. Muchas de estas cajas como las de la imagen se perdieron cuando la crisis secó la demanda casi por completo.
<b>La esencial mano de obra migrante -</b> Los trabajadores de estos campos de ocra son casi en su mayoría inmigrantes indocumentados que han seguido trabajando a pesar de temer contagiarse porque no recibieron ayuda del paquete de estímulo económico aprobado en el Congreso a fines de marzo y deben mantener en la medida de lo posible sus fuentes de sustento. Trabajan cubiertos con bolsas de plástico y con mascarillas ya sea para evitar un contagio como la picazón que pueden producir los arbustos de ocra con el constante roce.
<b>De recolector a dueño de cientos de acres -</b> Pedro Sifuentes llegó a Estados Unidos en 1999 desde su natal México. "Como cualquier inmigrante que llega, me acuerdo que en ese tiempo no conocía a nadie en la región. Me tocó vivir en un parque por una semana hasta conseguir trabajo, fui trabajador en el campo, siempre busqué el campo porque en México desde muy pequeños nos dedicamos a trabajar en el campo", contó a Univision Noticias. Pedro cultiva ahora unos 1,400 acres de ocra y otros cultivos como la calabaza.
<b>"También somos unos héroes" -</b> Blanca Rivas es una migrante de Guatemala que lleva 14 años en los campos de Homestead. En este de Sifuentes Farms supervisa todos los días desde bien temprano en la mañana las labores de recolección de unos 55 trabajadores. "Nosotros también somos unos héroes, somos unos héroes porque a pesar del miedo y la pandemia estamos aquí. No hemos fallado ni un día, estamos aquí levantando vegetales, recogiendo las cosechas para que cualquier persona tenga un plato de comida en su casa, estamos aquí sin saber qué pasa mañana", dijo a Univision Noticias.
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<b>"Tengo miedo, pero tengo que trabajar" -</b> Teresita es una migrante indocumentada de México que ha seguido trabajado sin tregua en los campos de ocra. "Aunque tengo miedo, tengo que trabajar. Porque si voy a estar en la casa nadie nos va a mantener. Nosotros necesitamos dinero para pagar la renta... todo", relató haciendo un alto en uno de los surcos que cosecha día tras día junto con su esposo.
<b>Una contingencia inédita -</b> La crisis llevará a que los agricultores de Florida pierdan unos $522 millones de dólares este año, estima el gobierno estatal. Para algunos agricultores como Pedro Sifuentes la meta es sobrevivir a la crisis lo mejor que se pueda hasta que haya una vacuna o un tratamiento contra la enfermedad.
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<b>"Los indocumentados somos los que andamos agachados" -</b> En un recorrido realizado por Univision Noticias por los campos de Homestead, los trabajadores contaron lo sacrificado que es su trabajo. 'Piscan' o recogen los cultivos con lluvia o con un sol abrasador. "Nosotros los indocumentados somos los que andamos así agachados, a veces uno cuando llega a la casa ni puede ir al baño por el dolor de espalda. Y al otro día volvemos a los mismo", relató Sofía Santiago, una de las trabajadoras de la ocra.
<b>'Piscando' bajo lluvia, sol y sereno -</b> Los arbustos de ocra son cosechados desde que están casi pegados al suelo. A medida que crecen se facilita 'piscar' los pequeños vegetales que salen de una flor amarillo brillante.
<b>En busca de ocras para cosechar -</b> Un trabajador separa las hojas en busca de la ocra. Luego la va acumulando en la cubeta que lleva sobre su espalda.
<b>Un día que arranca muy temprano - </b>La jornada arranca desde las 3:00 de la mañana aproximadamente. Para poder ver dónde está la ocra, los trabajadores llevan en sus frentes un bombillo.
<b>Una zona rica en cultivos -</b> Una trabajadora 'pisca' berenjena en un campo en Homestead. Allí se plantan cultivos tan diversos –desde ocra y berenjena hasta calabaza y 
<i>lychee</i>– que los productores suelen requerir mano de obra casi todo el año.
<b>El golpe de la crisis en un campo de berenjena -</b> Francisco Maldonado, un mexicano que migró en 1985, es el encargado de este campo donde se cultivan berenjenas. Con la crisis, Francisco también perdió temporalmente clientes en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, sus principales mercados. "Cuando eso cerró por allá arriba, las empacadoras aquí tuvieron que cerrar y no podían recibir productos. Entonces nosotros teníamos que siempre mantener cierta cantidad de parcelas para cortar diariamente. Y al no poderlas cortar, tuvimos que cancelar todo", explicó.
<b>"Uno tiene que pensar en ellos" -</b> Pero en su campo, los trabajadores tuvieron al menos una labor que hacer durante los peores días de la pandemia. "Todas las semanas, la gente nunca dejó de trabajar, siempre recibieron su cheque por lo menos al 80%", aseguró. "Son personas que necesitan llevar su cheque a su casa cada semana porque tienen gastos. Algunos de ellos no tienen documentos y no tienen dónde pedir ayuda. Uno tiene que tratar de pensar en ellos", agregó a Univision Noticias.
<b>"Todos somos iguales" -</b> Melda Velázquez es una migrante guatemalteca que perdió su trabajo recogiendo guayabas. Tiene 10 hijos y le angustia no conseguir otro empleo que le ayude a pagar sus gastos básicos, como la electricidad y el arriendo. El gobierno "ayudó a toda la gente que dicen que tienen documentos de aquí y a nosotros no nos quisieron ayudar porque somos inmigrantes. Pero todos somos iguales, el que no tengamos papeles (no debería importar) (...) Tenemos nuestros hijos de aquí, ellos son nacidos aquí y ellos tienen derecho a la ayuda", lamentó.
<b>"Mira a tu alrededor para que veas quiénes están trabajando" -</b> Claudia González es organizadora de la Asociación Campesinade Florida, que ha estado recopilando y entregando ayuda a los trabajadores del campo. "Antes nos decían ilegales y ahora somos esenciales. Con esto, ¿quiénes son los que están trabajando? Solo mira a tu alrededor para que veas quiénes son los que están trabajando", afirmó.
<b>"Nos sentimos defraudados" -</b> Blanca Marín también fue otra de las trabajadoras que perdió su trabajo en un vivero de Homestead. Pero esta guatemalteca que lleva cinco años en Estados Unidos no se amilanó y comenzó a coser mascarillas, lo que ahora se ha convertido en una microempresa que le ayuda a sufragar los gastos de su casa. Triste por no recibir la ayuda federal por la crisis a pesar de que paga impuestos con un número de identificación personal conocido como ITIN, contó que "tenía una máquina que me regaló una amiga. Entonces la tenía ahí empolvada, digo 'yo voy a hacer mascarillas, necesito un molde'. Saco un molde del internet, lo recortamos y empiezo con la tela que yo tenía ahí guardada...".
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La vida en los campos de Florida - Algunos campos de vegetales de Homestead, una ciudad con una gran producción agrícola del sur de Florida, redujeron su ritmo en medio de la pandemia pero lograron seguir llevando alimentos a los supermercados y hogares del Estados Unidos. Ese fue el caso de estos surcos de ocra donde un trabajador cosecha casi cubierto de pies a cabeza, en parte para evitar contagiarse con el coronavirus.
Imagen Mauricio Rodríguez Pons/Univision Noticias
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